La educación diferenciada del siglo XXI no es la misma educación separada que había hace unas décadas. Es importante insistir en esto y reconocer los enormes avances que se han dado gracias al impulso de las corrientes feministas y de su gran trabajo durante décadas a favor de la igualdad.
Cuando hablo de la escuela single-sex del siglo XXI, me refiero, por ejemplo, a modelos educativos como Hjalli, fundado por Margrét Pála Ólafsdóttir, que se ha extendido recientemente en Islandia y otros países nórdicos.
Como puede leerse en su web, se trata de un modelo de enseñanza muy activo en sus objetivos de igualdad. Y uno de sus elementos básicos son las clases single-sex, que consideran lo más efectivo para ayudar a alcanzar ese objetivo. Explican que en las clases mixtas las niñas y niños son constantemente bombardeados con mensajes sobre la forma en que se supone que deben comportarse como niñas y niños, mujeres y hombres. Estos mensajes crean diferencias de género artificiales a unas y otros. Su proyecto educativo busca combatir el hecho de que en las aulas y patios mixtos los varones suelen recibir casi tres cuartas partes de la atención de los profesores, y además casi siempre en clave negativa; y busca también evitar la polarización de género por el que chicas y chicos tienden a adaptarse a estilos y comportamientos que se consideran apropiados para su género. Afirman que los entornos mixtos pueden reforzar los roles tradicionales de género y que, por todo ello, es mejor disponer de clases de un solo sexo, precisamente para impulsar la igualdad:
“Trabajar con un solo género a la vez es una forma sencilla y eficaz de dar a ambos géneros del mejor modo posible la atención, la enseñanza, el estímulo y el espacio que necesitan. Las niñas y los niños realizan las mismas tareas y aprenden las mismas cosas en entornos idénticos, asegurando de que ambos géneros son tratados por igual. Con clases de un solo sexo es más fácil establecer normas sin perjuicio del otro sexo. De esta manera las niñas son capaces de interesarse por aspectos que tradicionalmente han monopolizado los chicos, y viceversa. Al tener clases single-sex no hay zonas de género, juegos, estilos ni lenguaje de género en la escuela. De esta manera los niños y niñas cuentan con la formación, la enseñanza y la libertad necesarias para experimentar cosas que de otro modo no tendrían acceso.”
“Una gran parte de la pedagogía Hjalli tiene como objetivo compensar la falta en las niñas de cualidades consideradas masculinas, y que el entorno social a menudo les impide desarrollar, y lo mismo con la falta en los varones de cualidades consideradas femeninas, asegurándose que todos reciban una educación completa.”
“Las clases de un solo género permiten a los maestros usar diversas estrategias según a quién estén enseñando y las cualidades que desean potenciar. Pueden tratar de alentar a las niñas a ser más activas y asertivas y, al tiempo, alentar a los niños a ser más sensibles y menos agresivos, siempre, por supuesto, atendiendo a las características y necesidades individuales de cada uno.”
“Mediante la creación de un clima donde no priman esas cualidades consideradas tradicionalmente de la masculinidad y la feminidad, los niños que no encajan en los estereotipos sociales de género pueden sentirse mejor acogidos. La sociedad es muchas veces injusta con ellos, precisamente por esos estereotipos, y este modelo educativo tiene como objetivo enseñar a los niños y niñas que los hombres y las mujeres pueden tomar el camino profesional o social que deseen.”
“Tener clases individuales de género es la herramienta elegida para llegar a nuestro objetivo de la igualdad y de libertad de la presión de género.” (https://www.hjalli.is/).
La fundadora del proyecto, Margrét Pála Ólafsdóttir recibió el Premio a la Igualdad de Género, propuesto por el Consejo de Igualdad y el Ministro de Igualdad islandés, así como la Hina Islensku Fálkaorðu, el honor más alto en el país, concedido por el Presidente de Islandia por sus trabajos de innovación educativa. Margrét Pála comenzó esa red de escuelas en 1989 y treinta años después su modelo estaba implantado en 14 jardines de infancia y 3 escuelas primarias en Islandia, y su trabajo ha sido reconocido con la mayor distinción del país por su innovación educativa (BBC Mundo, 2019).
La escuela diferenciada puede ser, desde muchos ángulos, muy favorable para la mujer. Robert Johnson, un británico profesor de lengua en una escuela femenina, explica cómo la educación diferenciada facilita
…un clima, una atmósfera, que estas chicas quizás nunca vuelvan a encontrar: una isla en nuestra cultura, que gira en torno a las mujeres… Una isla en la que su mayor responsabilidad es aprender a ser ellas mismas (Mira y David Sadker “Failing at Fairness”, p. 233, 1994).
Alun Jones, en unas declaraciones al diario londinense Sunday Times como portavoz de la Girls’ Schools Association (GSA), ha propuesto, como solución para amortiguar la brecha de género que no deja de crecer, ampliar la implantación del llamado Diamond Model: en primaria niños y niñas estudian juntos, en la adolescencia sus clases se separan, y al final del bachillerato vuelven a reunirse en la misma aula:
“Es un modelo de éxito increíble que sin duda alguna nos haría crecer. Las adolescentes educadas en escuelas femeninas son menos propensas a actitudes estereotipadas, y los niños no se sienten intimidados por el alto rendimiento de las niñas.”
“Si eres una adolescente muy brillante y muy centrada, una chica bien plantada y que sabe lo que quiere, como lo son un montón de chicas a esa edad, eso intimida a los niños en el aula, en especial a los que tienen unas capacidades medias.”
“Lo que está ocurriendo es que los chicos no levantan la mano para responder a las preguntas de los profesores o incurren en comportamientos inmaduros por temor a ser avergonzados. Los chicos levantarán la mano cuando sepan que no van a ser ridiculizados o humillados. Ellos temen fracasar tanto como ellas. Los chicos se están quedando atrás mientras que las chicas lo hacen cada vez mejor.”
“En los años decisivos, que son los de la adolescencia, los chicos deberían ser educados aparte. La escuela single-sex podría cortar el descenso constante de los resultados de los chicos en las escuelas públicas, y por eso creo que debe ampliarse la implantación del Diamond Model, sobre todo en ciencias, matemáticas y lengua.”
“Las escuelas femeninas no son de color rosa ni de algodón: no hay límite a lo que ellas pueden lograr. No vienen aquí a hacer la costura y tocar la flauta.” (The Sunday Times, 4 enero 2015).
No es que, por ser mixta o diferenciada, una escuela vaya a ser, automáticamente y con seguridad, más o menos igualitaria. Lo que parece claro es que la escuela single-sex facilita ambientes escolares más centrados en el aprendizaje, con menos estereotipos y menos dependientes de los aspectos que dificultan la convivencia.