En cuanto a preferencias por materias, hay muchos datos estadísticos que apuntan considerables diferencias entre chicos y chicas. Por ejemplo, en el ya citado informe del Ministerio de Educación “Datos y Cifras del Sistema Universitario español”, puede verse que el número de chicos que cursan carreras técnicas es más del doble que de chicas, y que en las carreras de ciencias de la salud sucede lo contrario.
Estas diferencias son más acusadas al considerar las especialidades de Formación Profesional que eligen chicos o chicas (Edición 2014 del Informe “Cifras de la Educación en España”, D6).
Esas diferencias en preferencias no son ninguna sorpresa, como puede comprobarse en cualquier estudio sobre las profesiones preferidas por niños y niñas. Por ejemplo, en la encuesta de ADECCO (X Encuesta Adecco, “¿Qué quieres ser de mayor?”) puede verse que, como ha ocurrido año tras año, las diferencias entre ambos sexos son bastante claras. Los varones aspiran a desempeñar trabajos relacionados con el deporte, las fuerzas del orden y la seguridad pública, las tecnologías y las ingenierías; y en las chicas predominan las profesiones relacionadas con la educación, seguidas de las vinculadas a la sanidad, el mundo del espectáculo y las profesiones que tienen que ver con el mundo animal, el diseño y la belleza.
Si pasamos a hablar del rendimiento académico, también hay bastantes diferencias entre chicos y chicas en los resultados en determinadas materias en Secundaria. En el estudio PISA 2012 puede verse que en matemáticas las chicas se quedan atrás, con una diferencia de 9 puntos respecto a los varones (página 105).
En cambio, en escritura, lengua y comprensión lectora, los chicos quedan 35 puntos por detrás de las chicas (página 107). Estas diferencias entre chicos y chicas se manifiestan de un modo significativo en todos los países, se mantienen en el tiempo, se presentan en modelos educativos bastante diversos, y también en países con niveles de inversión en educación muy dispares.
No parece que esas diferencias se deban tampoco a una antigua herencia cultural que se esté diluyendo, como algunos apuntan, pues se observa, por el contrario, un efecto que se mantiene y que incluso se acrecienta con el paso del tiempo en todo el mundo occidental, como señala con rotundidad el Informe PISA 2012 (PISA 2012, “Informe español, Resultados y contexto”, p. 194). Tanto en España como en el conjunto de los países de la OCDE, han aumentado las diferencias entre las puntuaciones medias en lectura que obtienen los chicos y las que obtienen las chicas, siempre a favor de estas últimas, como puede verse en dicho informe (página 195), que reproducimos a continuación. En el año 2000 las chicas obtuvieron 24 puntos más que los chicos en España y 32 puntos más en el conjunto de la OCDE. Esa diferencia ha aumentado en 2012 hasta 29 puntos en España y 38 en la OCDE.
Podría pensarse también que esas diferencias entre chicos y chicas pueden deberse a una inercia de antiguas diferencias socioeconómicas que aún perduran en el tejido social, pero el Informe PISA se apresura a señalar que no es así (PISA 2012, “Informe español, Resultados y contexto”, p. 105), y lo ejemplifica con el caso de Finlandia, un país con escasa influencia de su índice socioeconómico y cultural en el rendimiento de su alumnado, y en el que precisamente hay una gran diferencia entre chicos y chicas en lectura: las alumnas de este país obtienen de media alrededor de 62 puntos más que los alumnos, cuando, como hemos dicho, esa brecha es de una media 38 puntos en el conjunto de la OCDE.
De este breve repaso podemos concluir que hay una diferencia muy notable a favor de las chicas en los resultados académicos globales. Y en las áreas lingüísticas, esas diferencias son muy grandes, equivalentes a casi dos años de enseñanza, lo cual apunta a una de las razones por las que hay en el aula tanta heterogeneidad: en las clases de lengua, es como si media clase (las chicas) estuviera dos cursos por delante de la otra mitad de la clase (los chicos).
El Informe PISA-España recomienda a la comunidad científica española la realización de estudios minuciosos que ayuden a descifrar las causas de esta brecha entre sexos, que necesita una certera actuación, pues la diferencia va en aumento y no hay muchos estudios sobre qué conviene hacer. Y no parece que la enseñanza mixta esté siendo una solución para esto, como algunos pensaban unas décadas atrás, pues esa brecha de género sigue creciendo en un entorno generalizado de enseñanza mixta de ya casi medio siglo.