- Recientemente se ha introducido en el tribunal eclesiástico de la diócesis de Florencia la causa que comenzará a discernir si el polémico fraile dominico Girolamo Savonarola (1452-1498) fue santo o no. La revisión de este difícil caso se produce 499 años después de su muerte en la hoguera, tras la correspondiente sentencia de la justicia civil de Florencia. El Papa Alejandro VI le había excomulgado antes.
Un análisis histórico de los hechos pone de manifiesto que Savonarola, por tener un temperamento exaltado, no fue prudente en su actuación concreta, sobre todo si se tiene en cuenta las circunstancias de la época y el sumo cuidado con que habría que haber planteado sus reivindicaciones. Su desobediencia al Papa es censurable. A su favor está la atenuante de haber querido reaccionar contra el nuevo paganismo de la época.
El triste episodio vuelve a mostrar cómo la verdad y la unidad religiosa configuraban el mismo núcleo del estado medieval y cómo el poder civil no toleraba ningún atentado contra estos dos valores. Hoy resulta difícil de comprender esta mezcolanza político religiosa, pero el hecho es que así se organizaba la sociedad de antaño. Posiblemente tampoco se entienda en el futuro cómo la legislación militar castiga hoy con la pena de muerte a un soldado que abandona el puesto de guardia en tiempos de guerra.
El caso Savonarola constituye un capitulo interesante dentro del proceso de revisión de los aspectos más confusos de la historia de la Iglesia, que comenzó con el Concilio Vaticano II y que tiene por meta el año 2000.
La excomunión de Girolamo Savonarola ha sido motivo de polémica prácticamente desde el momento en el que le fue impuesta por el Papa Alejandro VI, a finales del 1500. Varios autores que han escrito sobre el célebre dominico italiano creen que no llegó a incurrir subjetivamente en tal excomunión.
¿VERDADERA EXCOMUNIÓN? El Padre Tito S. Centi, en el libro “La scomunica di Girolamo Savonarola”, sostiene que esta sanción eclesiástica carecía absolutamente de fundamento teológico-jurídico y que era más un procedimiento para inducir al dominico y a la República florentina a no obstaculizar los planes politices del Papa Borgia a finales del siglo XV.
Savonarola, dice Centi, revela una gran conciencia de asceta y de apóstol, que mantiene vivo el sentido de lo divino y de lo eterno, que se rebela contra el nuevo paganismo, que permanece fiel al ideal evangélico y paulino de cristianismo integral.
Nació en Ferrara el 21 de septiembre de 1452 y murió quemado en la hoguera en Florencia el 23 de mayo de 1498. Creció en una familia que supo educarlo cristianamente. A los 17 años abandonó las doctrinas humanísticas para prepararse en la medicina, y mientras, se aplicó asiduamente a la lógica y a la filosofía; estudió Platón y Aristóteles, pero sobre todo, se dedicó a Santo Tomás de Aquino. Entre sus obras destacan “El Triunfo de la Cruz”; “Tratato divoto e utile della umiltà”, y algunos escritos de lógica y filosofía.
COMBATE LA INMORALIDAD Un sueño simbólico y una predicación escuchada en Faenza, le llevaron a tomar una decisión radical en su vida: el claustro. El 24 de abril de 1475 dejó secretamente la casa paterna y viajó a Bolonia, donde pidió ser recibido en el convento de Santo Domingo. En 1479, sus superiores le mandaron a Ferrara para que se perfeccionase en la Facultad teológica de aquella universidad. Se trasladó a Florencia en 1481 y allí se opuso con gran energía a la vida pagana, y con frecuencia inmoral, que prevalecía en muchas clases de la sociedad, y especialmente en la corte de Lorenzo de Medici.
Predicó en otras ciudades italianas durante los años 1485-89. En Brescia, en 1486, explicó el Libro de la Revelación y desde ese momento se sintió absorbido por las ideas apocalípticas sobre su propia época, el juicio de Dios que la amenazaba y la regeneración de la Iglesia.
PRIOR DE SAN MARCOS En julio de 1491 pasó a ser prior del convento de San Marcos. Al año siguiente, pensó en restaurar en su convento el antiguo rigor de la Regla. Para ello, defendió sus razones en dos capítulos de la Congregación lombarda. Pero las dificultades encontradas le indujeron a promover la separación entre San Marcos y aquella congregación. La propuesta, que secundaba la politice de Florencia, entonces hostil a Milán, fue apoyada claramente por Pietro y Giovanni de Medici, y obtuvo un pleno éxito con el Breve papal del 22 de mayo de 1493.
La familia de los Medici habla adquirido un gran poder económico durante el siglo XV, y los principales cargos políticos de la República florentina se asignaban a personas cercanas a esta familia o de su total confianza.
Mientras tanto, Savonarola predicó con celo ardiente y se ganó una gran influencia. Atacó con dureza a Lorenzo el Magnifico, que promovió el arte pagano y la vida frívola.
A partir de 1493, el fraile habló con mayor fuerza contra los abusos de la vida eclesiástica, la inmoralidad de una gran parte del clero: sobre todo, contra la vida deshonesta de muchos miembros de la Curia Romana.
¿HIZO POLÍTICA? Tras la caída de los Medici, entró en escena el monarca francés Carlos VIII, deseoso de conquistar Italia. Savonarola lo consideró como instrumento divino de la regeneración de su patria por el castigo, y a él se presentó en Pisa y Florencia, excitándole a cumplir el mandato de la Providencia.
Cuando el rey partió de Nápoles para regresar a Francia, se formó una liga general de los estados italianos contra él, y a pesar de todo, Savonarola hizo lo posible por mantener Florencia en la alianza francesa, aun no obteniendo del monarca más que confirmaciones verbales. En aquella peculiar situación, se estableció en la ciudad una nueva Constitución, un tipo de democracia teocrática basada en doctrinas politices y sociales que habla proclamado Fray Girolamo. Incluso se llegó a formar un gran concilio que fuera representativo de todos los ciudadanos y gobernase la República.
LLAMADA AL ORDEN Savonarola no interfirió directamente en política y negocios de Estado, pero sus enseñanzas y sus ideas fueron autoritarias. Florencia tenía que ser el punto de partida de la regeneración de Italia y la Iglesia. En este sentido, buscó constantemente la intromisión de Carlos VIII para la reforma de la Iglesia, aunque las ideas extravagantes del monarca no le permitieron emprender esta tarea.
Esta actitud provocó la intervención de Alejandro VI (Rodrigo de Borgia), que con un Breve del 21 de julio le obligó a viajar a Roma para que diera explicaciones sobre sus facultades proféticas. Este respondió diez días más tarde diciendo que no le era posible acudir por los siguientes motivos: primero, porque estaba enfermo; segundo, porque tenía enemigos mortales; y tercero, por el estado critico en que se encontraba la ciudad, que tenía necesidad de su predicación.
El 8 de septiembre, un nuevo Breve papal ordenaba que Savonarola fuese sometido a un juicio, y que el convento de San Marcos se uniese a la Congregación lombarda. Las nuevas justificaciones del dominico y la acción de la Señoría de Florencia, que defendía a Fray Girolamo por haber contribuido a evitar el asalto de la ciudad por parte del rey francés, y de algunos cardenales, condujeron a Alejandro VI a revocar sus decisiones, limitándose con otro Breve del 16 de octubre a prohibirle la predicación hasta que no fuese a Roma.
DESOBEDIENCIA Y EXCOMUNIÓN Después de que la Señoría hubiera insistido para que el Papa anulara la prohibición de predicar, el 11 de febrero de 1496 ordenó a Savonarola que retomase la actividad, y éste inició las prédicas acentuando sus criticas a las jerarquías eclesiásticas. El Papa envió entonces una nueva prohibición e hizo abrir un proceso penal en Roma contra él. Pero al final lo suspendió con la condición de que el dominico utilizase un lenguaje más respetuoso y se abstuviese de la política.
Sin embargo, el 7 de noviembre, el Papa emanó un Breve pontificio que afectó de lleno al corazón de la Congregación de San Marcos, precisamente en un momento de gran florecimiento. En virtud de santa obediencia y bajo pena de excomunión “latae sententiae” en la que se podio incurrir “ipso facto” el Convento de San Marcos debía unirse a la nueva Congregación Tosco-Romana. La reacción del fraile, igualmente en este caso, fue la de no seguir las indicaciones precisas, incurriendo, por tanto,”ipso facto” en la censura.
Fray Girolamo dejó pasar un tiempo prudencial desde la publicación del último Breve, y escribió el opúsculo Apologeticum Fratrum Congregationis S. Marci”, pero no obtuvo ninguna respuesta de Roma. Al llegar la cuaresma, aprovechó las predicaciones de este tiempo litúrgico para descargar todo su enojo y condena por la situación de malestar que estaba viviendo.
Durante los meses de marzo y abril Florencia se hallaba semidestruida por la guerra de Pisa. Hubo una gran carestía, de manera que el malestar general de los habitantes desencadenó continuas protestas. Cuando a finales de abril, Piero Medici intentó reconquistar Florencia con un pequeño ejército, el Papa Borgia decidió asestar un golpe tanto al fraile como al partido político que lo sostenía.
Alejandro VI publicó entonces nuevos Breves de excomunión contra el dominico, alegando los siguientes motivos: predicar doctrina herética y perniciosa; rechazar presentarse a Roma para disculparse; desobedecer la orden de no predicar; rechazar unir la Congregación de San Marcos a la nueva Congregación Tosco-Romana. Pero, antes que la excomunión fuese divulgada en Florencia, Savonarola escribió una sentida carta al Papa pidiendo perdón por eventuales ofensas involuntarias.
Tras las elecciones que se celebraron en Florencia en la segunda mitad de 1497, la Señoría hizo todo lo posible por lograr la absolución de la excomunión a Savonarola y la licencia para predicar. Sin embargo, la respuesta fue siempre negativa porque Alejandro VI condicionaba la absolución del fraile a la adhesión de los florentinos a la Liga.
Al Papa Borgia no le importaba en absoluto que la ciudad se siguiera degradando moralmente, cosa que no dejaba indiferente al fraile, quien se preguntaba con frecuencia si podio soportar en conciencia un abuso tal de la autoridad papal. Así, solicitado por sus numerosos seguidores, que al igual que él, sufrían por la desmoralización de los ciudadanos, fray Girolamo decidió ignorar incluso públicamente la injusta censura.
OPOSICIÓN Y MUERTE En febrero de 1498, Savonarola volvió a subir al púlpito de Santa Maria del Flore (Catedral de Florencia) para demostrar antes que nada la invalidez de aquella excomunión, y arremetió con mayor violencia contra la corte de Roma y el Papa. La Señoría, asustada ante esta grave situación, recomendó al fraile que interrumpiera definitivamente las predicaciones. La reacción de Savonarola no se hizo esperar: dirigió una carta de desafío a Alejandro VI y proyectó la reunión de un concilio que juzgase y depusiese al Papa.
En Florencia la oposición Savonarola creció. Un adversario suyo de la orden franciscana, Francisco de Puglia, propuso sufrir la prueba del fuego para demostrar que el dominico se encontraba en el error. “Estoy convencido de que arderé-dijo el franciscano-, pero acepto este sacrificio con gusto para librar al pueblo: si Savonarola no arde conmigo, le podréis considerar un verdadero profeta”. Los gobernantes de Florencia accedieron a la realización de la prueba para así quitarse de en medio al fraile. Si el dominico fray Domingo-que representaba a Savonarola en este juicio de Dios- se quemaba, fray Girolamo debería abandonar la ciudad.
El Papa censuró el procedimiento, porque -según él una provocación supersticiosa a Dios. Sin embargo, Florencia no cedió, y en la plaza de la Señoría todo estaba listo para el demencial juicio. Se decidió finalmente que el franciscano Juliano Rondinelli y el dominico Domingo tenían que entrar en las llamas. Pero, como consecuencia de una discusión provocada por el dominico -que quería entrar en las llamas de la hoguera mientras llevaba en sus manos el Santísimo Sacramento-, y una tempestad posterior, la gente, cansada de esperar, despejó la plaza y abandonó el espectáculo.
Al día siguiente, tanto la Iglesia como el convento de San Marcos fueron asaltados, y fray Girolamo fue hecho prisionero. Con un Breve pontificio a la Señoría florentina, Alejandro VI expresó su alegría por la captura, absolvió de las censuras a personas consagradas y pidió que se trajera a su presencia al dominico.
Los delegados papales y el general de los dominicos fueron enviados a Florencia para seguir el proceso. Las pruebas oficiales fueron falsificadas por el notario. El 22 de mayo fue publicada la condena a muerte “por los grandes crímenes de los que habían sido declarados culpables”, Fray Girolamo, Fray Domingo y Fray Silvestre. El día 23, después de haber oído Misa en el Palacio de los Señores, fueron conducidos al patíbulo, colgados, y sus cadáveres quemados.
GIORDANO BRUNO:QUEMADO POR HEREJE La Comisión teológico-histórica del Comité Central del Jubileo tiene previsto organizar antes del 2000 dos Congresos internacionales de alto valor científico, uno sobre el “antisemitismo” y otro sobre las “inquisiciones”.
Esta iniciativa responde a la petición del Santo Padre de hacer un examen profundo al final del milenio que lleve a poner fin a la labor de revisión histórica ya comenzada por el Concilio Vaticano II, comprometiendo en esta tarea a la Iglesia entera con vistas al Jubileo.
Ya en el Consistorio extraordinario de 1994, el Papa habla hablado de una revisión de los aspectos oscuros de la historia de la Iglesia, como una gracia del próximo Jubileo, que se une a la idea de elaborar un “Martirologio contemporáneo”.
Probablemente, durante el Congreso sobre la Inquisición se plantearán y se estudiarán casos como el de Girolamo Savonarola y el del polémico filósofo Giordano Bruno, de quien alguno se ha atrevido a pedir su rehabilitación.
PRIMERAS INFRACCIONES Giordano Bruno nació en Nola, en el Reino de Nápoles, en 1548. Diecisiete años más tarde, entró como clérigo en el Convento de Santo Domingo Mayor. Entre 1566 y 1567 incurrió en las primeras infracciones por haber despreciado el culto a Maria y a los santos. En 1572 es ordenado sacerdote, tras haber cumplido 24 años.
La manifestación de sus dudas acerca del dogma de la Santísima Trinidad, tuvo como consecuencia la instrucción de un proceso, por lo que decidió abandonar el convento y la ciudad.
A partir de entonces, Bruno decidió recorrer numerosos paises europeos -Inglaterra, Francia, Alemania, Suiza, Checoslovaquia-, para enseñar y exponer sus principales ideas filosófico-teológicas.
Sostenla entre otras cosas que la unidad absoluta del cosmos exige la identificación de materia y forma. Toda su ética se funda en el sentimiento de identidad del hombre con el cosmos, que le hacer perderse en el latido universal del Todo.
Fue autor de la Nova de universis philosophia, inspirada en el neoplatonismo y en los escritos herméticos. Pero sus principales obras fueron: Delia Causa, Principio ed Uno; De I’Infinito, Universo e Mondi; La Cena dalle Cineri.
En 1592 es encarcelado en Venecia, acusado de despreciar las religiones, no admitir la distinción en Dios de tres personas, tener opiniones blasfemas sobre Cristo, no creer en la transubstanciación y sostener que existen mundo infinitos.
Un año más tarde abandona la cárcel de Venecia y se traslada a la del Santo Oficio de Roma, de la que -tras un largo e intermitente proceso- saldrá siete años después para ser ajusticiado.
Los episodios del proceso romano se pueden resumir así: imputación de haber sostenido que Cristo pecó mortalmente, que el infierno no existe, que los dogmas de la Iglesia son infundados, que el culto de los santos es reprochable.
En 1596, la Congregación estableció una comisión con el fin de censurar las proposiciones heréticas contenidas en los libros de Giordano. El 20 de enero de 1600 el Papa que Bruno fuese sentenciado como herético formal, impenitente y pertinaz, y entregado al brazo secular.
El 8 de febrero es llevado desde la cárcel del Santo Oficio al palacio del Cardenal Madruzzi, situado en la Plaza Navona, donde se leyo públicamente la sentencia, mientras Bruno permanecía arrodillado. de las 30 o más imputaciones contenidas en la sentencia, resultan confirmadas las concernientes a la transubstanciación, la virginidad de Maria, la vida herética, la pluralidad de mundos, el alma humana, la eternidad del mundo.
Reconocido herético, fue condenado a la degradación de las órdenes, a la expulsión del foro eclesiástico y a ser entregado a la corte secular para el debido castigo. Sus libros debían ser quemados en la Plaza de San Pedro.
Tras ser trasladado a la cárcel de Tor di Nona, y recibir las visitas de algunos teólogos, la mañana del jueves 17 de febrero del 1600 fue conducido al Campo di Fiori, donde fue quemado.