5. La Santísima Trinidad

Exposición del caso: Al comenzar un nuevo curso, Covadonga —tiene 16 años— encuentra que la profesora de religión es nueva. Pronto descubren las alumnas que es una joven inexperta —está dando sus primeros pasos en la docencia—, que todavía no sabe controlar bien la clase, se pone nerviosa con facilidad y no parece sentirse muy segura. Un día, después de comer en el colegio, Covadonga se reúne con sus amigas y sale en la conversación la profesora nueva. Animándose unas a otras, deciden entre todas montar en la próxima clase de religión —esa misma tarde— lo que llaman “un vacile”, a fin de intentar sacar de quicio a la profesora.

El tema de la clase de religión de ese día era la relación fe-razón. Cuando la profesora dijo que no hay nada en la fe que contradiga a la razón, empezó la contestación. Fue Covadonga la que interrumpió: —”¿Cómo que no?” —”Como que no…” —”¿Ah, no? ¿Y la Trinidad, qué?” —”La Trinidad divina es un misterio que supera la razón, pero no la contradice”. Fue otra voz la que interrumpió esta vez: —”Pero, oiga: ¿cómo no va a ser una contradicción ser a la vez uno y tres?” —”Lo sería si se aplicara a lo mismo: pero es un sólo Dios, y tres personas”. —”Pues es lo mismo, ¿no? —terció otra—: yo soy un ser humano y una persona; es impensable que en mi ser humano hubiera tres personas como yo”. —”¡Ay, no, por favor!”, se oyó una voz, seguida de una risa generalizada. —”¡Callaos! —dijo la profesora—. Parece mentira que os podáis tomar así a la ligera algo tan importante de la fe y la vida cristiana”. —”Oiga —saltó otra—, pero el otro día dijo que el ser de Dios era simple y sin partes, y que a eso se llegaba por la razón. Pues si hay tres personas tendrán que tener alguna cosa que las diferencie, ¿no?” —”Es que sólo se diferencian precisamente en ser personas distintas —contestó la profesora—. Bueno, esto es bastante difícil de explicar, y no hay tiempo para eso ahora”. Otra de las alumnas intervino: —”Pero si se puede explicar…, entonces no es un misterio”. —”Se puede dar una explicación para ver que no es un absurdo, pero se sigue sin entender cómo es eso”. —”Oiga, ¿puedo preguntar una cosa?”, dijo otra alumna. —”A ver…” —”¿Sale en alguna parte del Evangelio que hay tres personas en Dios?” —”De manera tan explícita no, pero sí que sale”. —”¿Y por qué no de manera explícita?” —”Mira —contestó la profesora, que a estas alturas ya estaba a punto de perder la paciencia—, yo no he escrito los Evangelios. Si está como está será por algo; a lo mejor es para que se vayan dando cuenta poco a poco cabezas tan duras como las vuestras”. Se oyó una nueva voz: —”Pero si no está tan claro a lo mejor no pasa nada por creerlo o no creerlo…”. Ahí acabó la paciencia de la profesora. Empezó a decir lo que le podría pasar a la siguiente que dijera una estupidez, y siguió con cosas como que esa clase merecería estar en “educación especial”, que si continuaban así no iban a hacer nada de provecho en la vida, etc. Estando así, sonó el timbre anunciando el final. Covadonga y sus amigas salieron sonrientes, por haber logrado lo que querían: sabotear la clase. Continuar leyendo “5. La Santísima Trinidad”

6. La creación

Exposición del caso: Las conferencias no eran precisamente lo que más atraía a Paz, pero cuando en el tablón de anuncios del centro público donde estudiaba el bachillerato vio que se anunciaba una sobre “Las respuestas del feminismo”, decidió asistir. Tenía motivos para ello. Desde siempre, sus dos hermanos mayores se habían aprovechado de lo fácil que era hacerla rabiar para divertirse a su costa, de distintos modos conforme aumentaban sus edades. Todavía recordaba —con el consiguiente enfado— los últimos comentarios de este tipo, con expresiones como “¡Bah!, las mujeres estáis locas”, “pues diles a esas histéricas de amigas tuyas…”, y otras por el estilo. Se quejaba, además, de que eran unos señoritos que nunca echaban una mano en su casa, al contrario que ella, pero sus padres no parecían hacer mucho caso de sus quejas. Además, esa misma mañana una amiga suya le había comentado que había dejado de salir con el chico con el que salía porque —así lo decía— “ésos sólo buscan aprovecharse”. Total, que se encontró ese anuncio justo cuando pensaba que estaba harta de todo eso.

Se había imaginado a la conferenciante con atuendo de “rockera” y gritando más que hablando. No fue así: encontró que era una mujer vestida con elegancia y de voz suave. Empezó haciendo un repaso histórico sobre una sociedad “machista” que marginaba a una mujer dominada, incluso en nuestros días. Hasta aquí, Paz escuchó lo que esperaba oír; lo novedoso vino después. Buscando la razón de fondo de esa situación, indicó que, yendo al fundamento último, había que encontrar éste en “un desequilibrio en la evolución de las especies superiores, que se pone particularmente de manifiesto en la más evolucionada, el “homo sapiens”. Explicó que se ponía de manifiesto más claramente en aspectos como una fuerza física inferior y la “carga completa, o casi, sobre la descendencia, tanto en la gestación como en la crianza”. Siguió diciendo que esto suponía claramente una injusticia, pero que no tenía sentido buscar culpables, pues no se podía culpar a “que la combinatoria del azar haya encontrado esa línea evolutiva”, ni siquiera a “los humanos, que no podían dejar de actuar como lo hicieron pues el comportamiento de cada cual debía ser necesariamente reflejo de su dotación instintiva”. No se trataba de sentenciar pasadas culpas, sino de remediar la situación, creando una sociedad nueva. “Es cierto —puntualizó la conferenciante— que últimamente se han producido avances, pues la moderna tecnología proporciona medios para superar en buena parte la inferioridad en la fuerza física, y el reconocimiento de derechos como el aborto permite por fin a la mujer la disposición absoluta sobre su propio cuerpo, y por tanto sobre su vida, derecho del que injustamente había sido alienada, pero no puede considerarse suficiente por cuanto sólo resuelve parte del problema y son avances reversibles”. Era necesaria —añadió— una solución completa e irreversible, “que debe pasar necesariamente por un cambio en la constitución misma del ser humano; es decir, un cambio en la naturaleza del homo sapiens, que se vislumbra como posible merced a los avances de la ingeniería genética, cuyos primeros pasos estamos siguiendo”. Reconoció que “aún es pronto para perfilar al detalle el resultado apetecido”, pero que “hay varias líneas investigativas, de diverso alcance, cuyos objetivos van desde la liberación de la carga gestatoria hasta una equiparación corporal que obligaría a redefinir la sexualidad y presentar una diversidad de alternativas dentro de ésta”. Continuar leyendo “6. La creación”

7. Elevación y caída del ángel y el hombre

Exposición del caso: Los padres de Rosa eran muy distintos. Su madre era una mujer que se preocupaba por cualquier cosa y se agobiaba con facilidad. Su padre era un hombre muy seguro de sí mismo. Si su madre siempre insistía en que tuviera cuidado con esto y aquello, su padre le decía frecuentemente que ella podría llegar a donde quisiera llegar en la vida, y que sólo dependía de ella. Rosa, que era la hija mayor, en carácter había salido a su padre. Era muy voluntariosa, con pundonor y ambición. Sacaba las mejores notas en todas las asignaturas, y, aunque exteriormente apenas se notara, reaccionaba con cierta rabia ante un fallo o una nota algo inferior, que le hacía redoblar sus esfuerzos. Rosa quería a los dos, pero su admiración se dirigía sólo a su padre.

Un día llegó una fatal noticia: el padre de Rosa había fallecido en accidente de tráfico. No había culpables: un camión había roto sus frenos y no pudo evitar el arrollar al turismo donde viajaba su padre. Al dolor por la pérdida se sumaba en Rosa un sentimiento de impotencia, que quedó algo solapado por la necesidad urgente de consolar a su madre. Ésta, cuando veía a Rosa, no hacía más que decir —”¡Ay, hija! ¿Y qué será ahora de nosotros?” —”No te preocupes, mamá, saldremos adelante”, era la contestación de Rosa a su madre, pero también se lo decía a ella misma, pensando que tenía que ocupar el puesto que dejaba su padre. Pasaban los días, y esta situación no cambiaba. Continuar leyendo “7. Elevación y caída del ángel y el hombre”

8. Jesucristo

Exposición del caso: Al poco de cumplir 16 años, Javier vio cómo todo se le venía abajo. Su padre, a quien él veía como un próspero hombre de negocios, era encarcelado a raíz de una sentencia por múltiple fraude; se enteró de repente, pues le habían estado ocultando el procedimiento judicial. Para resarcir a los acreedores, habían embargado sus pertenencias. De la amplia casa céntrica donde vivían, tuvo que trasladarse con su madre —era hijo único— a un apartamento pequeño de alquiler en una barriada periférica. Cambió de repente el colegio privado donde estudiaba por un instituto en la nueva zona; lo motivaba la imposibilidad de pagar el colegio, pero hubiera cambiado de todos modos a otro centro docente donde él no fuera conocido, ni, por lo tanto, su situación. Se les cerraron las puertas de sus familiares, y, sin ayuda, su madre tuvo que trabajar en lo que podía encontrar para salir adelante. A Javier, el nuevo ambiente escolar se le antojaba hostil, y se sentía abatido y solo.

En esta situación, al abrir el buzón de su nueva casa, Javier encontró una revista. Se titulaba “Camino, verdad y vida”. Era poco frecuente encontrar en el buzón algo distinto a alguna hoja publicitaria, y Javier lo leyó con avidez. Desde el principio se veía que era de carácter religioso. En los artículos, fueran comentarios de actualidad o reflexiones, la conclusión era que siguiendo a Jesucristo y haciendo caso del Evangelio se transformaba para bien la persona y la sociedad. Javier se dio cuenta de que no parecía proceder de ninguna institución católica, pero no contradecía lo que le habían enseñado siempre. Invitaban a asistir a un “oficio religioso” el sábado por la tarde, y la dirección que daban resultó estar cerca de su nueva casa. Sin nada pensado que hacer el sábado, y con una mezcla de curiosidad y ganas de “probar a ver”, decidió asistir. Continuar leyendo “8. Jesucristo”

9. La Redención (Pasión, Resurrección, Ascensión)

Exposición del caso: Marisol, a sus 16 años, es una chica que parece más preocupada por las injusticias que hay en el mundo que por cumplir sus propios deberes. Tiene un carácter exaltado, que se convierte en bastante explosivo cuando la regañan y piensa que es injusto. Esto no quiere decir que sea egoísta: sale también apasionadamente en defensa de los demás cuando le parece que han sido injustamente tratados. Sus padres han trabajado mucho para sacar la familia adelante, y están agotados. Marisol no parece darse cuenta de ello: más bien los valora como personas conformistas y apáticas, sin personalidad. En cambio, ve como todo lo contrario a su profesora de Historia del instituto. Tiene ésta la misma edad que su madre y es soltera. Explicando su materia solía hablar con bastante énfasis de la opresión de las clases trabajadoras, y con frecuencia se desviaba del tema y, en un tono propio de mitin, hablaba de los marginados y los oprimidos, echando en cara al alumnado su individualismo y falta de compromiso con los desfavorecidos. Por eso sus alumnos le habían puesto un mote: “la pasionaria”.

A Marisol le parecía injusta esta situación, y desde el principio se puso al lado de la profesora. Más aún, la simpatía pasó pronto a convertirse en admiración: la veía como una inconformista a favor de una causa justa, y que era capaz de luchar contra todo el mundo por lo que veía justo. En una palabra, la idealizó. Con cualquier motivo, buscaba su trato. Empezó preguntándole dudas a la salida de clase, y siguió con conversaciones en la cafetería de la esquina más próxima al instituto. Continuar leyendo “9. La Redención (Pasión, Resurrección, Ascensión)”

10. La Iglesia

Exposición del caso: El hermano mayor de Natalia, Roberto, había estudiado medicina y, en consonancia con una trayectoria profesional brillante, partió al extranjero para especializarse en un prestigioso hospital. La estancia prevista era de dos años. Por fortuna para la familia, no se olvidaba de ellos, y escribía con frecuencia. Cuando se refirió a que salía con una chica no sorprendió a nadie. Más tarde dijo que se habían hecho novios, y sus padres empezaron a inquietarse: ¿cómo sería la chica? Hicieron todo tipo de preguntas, y parecían más calmados con las respuestas tranquilizadoras de Roberto. Por fin Roberto les dijo lo que hasta ese momento no parecía querer que se supiese: que su novia era protestante.

A sus padres no les gustó, y empezaron a intentar hacerle ver que eso podía ser fuente de problemas, a lo que Roberto contestaba que cada uno era muy respetuoso con las creencias del otro, por lo que no había ningún problema. Las cartas se fueron alargando a fuerza de razonamientos. Los padres le decían que si no se daba cuenta que eran dos maneras de entender la vida. Roberto contestaba que “en el fondo apenas había diferencias” porque los dos creían “en lo fundamental”, y que “había más diferencia entre un buen católico y una mala católica, que entre un buen católico y una buena protestante”. Con esto, parecía dar a entender que su novia era una convencida y practicante protestante. Preguntaron por su familia, y resultó que su padre era pastor protestante. Esto alarmó más a la familia de Natalia. Continuar leyendo “10. La Iglesia”

11. La Jerarquía de la Iglesia

Exposición del caso: En casa de Ramón lo habitual era que durante las comidas estuviera la televisión enchufada. Daban las noticias. Ramón advirtió que cada vez que salía el Papa diciendo algo, no faltaba la coletilla final señalando que había en la Iglesia voces discrepantes. A veces se decía eso sin especificar más, y otras aparecía a continuación uno de los discrepantes, normalmente presentado como teólogo. Cuando el que aparecía en pantalla era un obispo, siempre —o casi siempre—, salía a continuación el discrepante de turno.

Lo comentó en el colegio con sus amigos. —”Normal —le contestó uno—: también cuando sale alguno del gobierno sacan después a uno de la oposición”. —”Sí, pero no sé… Los políticos que salen parecen muy normales, pero éstos tienen pinta de ser un poco «raritos»…” —”¡Anda! Ya estás tú juzgando a la gente por la pinta”. Ramón no dijo nada: sí —pensaba—, la verdad es que no está bien juzgar a la gente por la pinta. Continuar leyendo “11. La Jerarquía de la Iglesia”

12. Historia de la Iglesia

Exposición del caso: A Ricardo no le hizo mucha ilusión oír que en Navidades unos tíos suyos iban a pasar casi una semana en la ciudad, y estarían con ellos. Le deshacía algunos planes, y a decir verdad tampoco sus padres parecían muy ilusionados con la visita, sobre todo su padre, probablemente porque el visitante era tío materno de Ricardo. Tenían los tíos una hija de la misma edad de Ricardo, y, como era de esperar, a éste le pidieron que entretuviera a su prima.

No se hablaba mucho en casa de esa rama de la familia, por lo que Ricardo apenas los conocía. Preguntó, y la respuesta de su padre le hizo entender otro de los motivos por los que su visita no era muy deseada: “Mira, tú sabes que comunistas, lo que se dice «comunistas-comunistas», apenas quedan; pues bien, tu tío es uno de ellos. Y de los de antes, los que achacaban a los curas y frailes todos los males habidos y por haber. Por cierto, que ese tema mejor no sacarlo”. Continuar leyendo “12. Historia de la Iglesia”

13. La Iglesia y el Estado

Exposición del caso: El padre de Carlos es el Presidente de la Asociación de Padres del Instituto donde estudia él. Es un buen católico, y son frecuentes sus choques con el Director del centro docente —un agnóstico—, a propósito de la orientación de la enseñanza. El conflicto ha tenido en más de una ocasión carácter personal, por cuanto el Director es también profesor de literatura, y la Asociación de Padres ha pedido en más de una ocasión, a instancias del padre de Carlos, que retirase varios títulos de la lista que pedía como lectura a los alumnos. En alguna ocasión lo consiguió, sobre todo tras aparecer alguna queja en un periódico local sobre el contenido inmoral o anticristiano de un libro.

En el nuevo curso que empezaba, una de las asignaturas de Carlos era Literatura. Para disgusto suyo, vio que la impartía el Director. Pronto comprobó que parecía dispuesto a cargar en él todo lo que sentía hacia su padre. Desde las primeras clases ya se dio cuenta de que cuando empezaba diciendo “hay gente que…”, se iba a referir a continuación a su padre, sin nombrarlo. Y con ese encabezamiento empezó a decir que hay quien quisiera convertir un instituto en una iglesia, cuando la religión corresponde a la iglesia y la enseñanza al centro docente; que hay quien quisiera obligar a todo el mundo a compartir sus creencias, cuando éstas son algo propio de la conciencia de cada cual y no tienen por qué limitar la libertad de los demás; que hay quien quisiera convertir el instituto en un centro confesional, cuando en una sociedad pluralista la escuela debe ser neutra en ese aspecto. Mandó hacer varios trabajos por equipos sobre novelas, y a Carlos le tocó el peor libro, corrosivamente anticristiano. Continuar leyendo “13. La Iglesia y el Estado”

14. Los Novísimos (muerte, juicio, cielo, purgatorio, infierno)

Exposición del caso: Fátima y Noelia son amigas desde muy pequeñas. Al poco de cumplir ambas los 17 años, Fátima se distancia un poco de su amiga porque empieza a salir con un chico. Las referencias que le da de él su amiga no le gustan mucho a Noelia: le saca más de diez años, no llegó a acabar la carrera que empezó, vivía solo, y trabajaba de dibujante, al parecer de una manera bastante irregular. Pero Fátima estaba encandilada, y Noelia no tenía muchos argumentos que esgrimir contra esa situación; además, temía que si decía algo su amiga le reprochara que en el fondo tenía celos.

Sin embargo, Noelia comenzó a alarmarse por el progresivo deterioro de su amiga. Vio cómo bajaba su rendimiento académico, y se enrarecía algo su carácter. Incluso faltaba a clase algunos días. Hablaba menos, pero por lo que decía empezaba a frecuentar locales poco recomendables. Admitió que había empezado a fumar “porros”, y le decía a Noelia que eran inofensivos, pero excitantes. Había dejado de estar disponible para salir juntas los fines de semana, y Noelia empezó a pensar lo peor, aunque por otra parte no quería ser mal pensada. Llamó un domingo por teléfono a Fátima, y le respondió su madre que se había ido a esquiar con sus amigas: “Es que últimamente le ha entrado la fiebre de esquiar, ¿sabes? ¿Quieres que le deje recado?” Noelia contestó negativamente, a la vez que comprendía que estaba engañando a su familia, porque la realidad era que se escapaba con el novio —o lo que fuera— los fines de semana, quién sabía dónde. Continuar leyendo “14. Los Novísimos (muerte, juicio, cielo, purgatorio, infierno)”