47. ¿Qué entiendes entonces por coeducación?

Ya hemos hablado de lo que es la coeducación, y de cómo los partidarios de la educación diferenciada podemos estar de acuerdo con todos los principios sobre los que se fundamenta la coeducación.

Por ejemplo, Mª Ángeles Cremades Navarro, una de las más significadas defensoras de la coeducación en España, señala:

“Coeducar significa que todas las personas sean educadas por igual en un sistema de valores, de comportamientos, de normas y de expectativas que no esté jerarquizado por el género social, lo que significa que cuando coeducamos queremos eliminar el predominio de un género sobre otro”.

“Es el proceso de socialización humana realizado conjunta o separadamente a niñas y niños, en el que se produce sistemáticamente una intervención cuyo objetivo es potenciar el desarrollo personal sea cual sea el origen y el sexo de nacimiento, para conseguir una construcción social no enfrentada y común” (VVAA,1995).

A lo que añade Nuria Jornet, en un documento de UGT, que

“la coeducación no es el acceso de la mujer a la educación, ni la enseñanza mixta, ni la igualdad de derechos y oportunidades entre hombres y mujeres. Tampoco es la inclusión de la educación sexual en los contenidos curriculares, ni la eliminación del lenguaje sexista en los libros de texto, y tampoco es la lucha preventiva y paliativa contra el acoso o la violencia de género. Coeducación es todo eso y mucho más. No se trata de desarrollar un nuevo valor acorde con la sociedad actual sino, simplemente, de educar. Educar con mayúsculas y sin prefijos, teniendo como meta el desarrollo integral de cada alumno o alumna en todo su potencial superando las barreras de todo tipo, incluida la discriminación de género” (Nuria Jornet, “La educación de las niñas”, FETE-UGT, 2012).

Si efectivamente, como señala Nuria Jornet, coeducar es educar en igualdad, con mayúsculas y sin prefijos, teniendo como meta el desarrollo integral de cada alumna o alumno en todo su potencial, superando barreras de todo tipo y sin discriminaciones de ningún género, no puedo estar más de acuerdo en la importancia de fomentar la coeducación. Coeducar no es educación mixta ni diferenciada, sino profundizar de verdad en atender a cada persona según sus necesidades y sin ninguna discriminación, comprendiendo y aceptando las diferencias que hay entre las personas, sean varones o mujeres, en un clima de respeto y tolerancia que permita mejorar la convivencia, en la escuela y fuera de ella.

Se podrían citar multitud de fuentes sobre este punto. Por ejemplo, Joaquín Paredes, director del Departamento de Didáctica de la Universidad Autónoma de Madrid y firme detractor de la escuela diferenciada, preguntado en una entrevista (El País, 24-04-2006) sobre si la escuela mixta fomenta la igualdad, asegura que “solamente juntando a niños y niñas no se consigue nada”. Que la coeducación no es simplemente poner niños y niñas juntos en una clase, que “definitivamente coeducar no es lo mismo que la escuela mixta. En la coeducación hay un trabajo de reconocer las diferencias entre los sexos y trabajarlas de manera abierta”.

Por su parte, el Instituto Andaluz de la Mujer, organismo oficial dependiente de la Junta de Andalucía, cuando define lo que entiende por coeducación hace un resumen con el que no podemos estar más de acuerdo:

  • “Coeducar consiste en desarrollar todas las capacidades, tanto de niñas como de niños, a través de la educación.
  • Supone eliminar estereotipos o ideas preconcebidas sobre las características que deben tener las niñas y los niños, los chicos y las chicas, las mujeres y los hombres.
  • Cada niño o cada niña tiene derecho a ser diferente, por lo que es necesario educar valorando las diferencias individuales y las cualidades personales.
  • Coeducar, tiene como objetivo hacer personas dialogantes e implica respeto y tolerancia, por lo que es una garantía para la prevención de la violencia.
  • Educar en el respeto y la tolerancia, en igualdad de condiciones, de trato y de oportunidades, es educar para la democracia. No se puede hablar de democracia mientras haya desigualdades sobre la mitad del género humano”. (Instituto Andaluz de la Mujer, Consejería de Igualdad, Salud y Políticas Sociales, Áreas temáticas, “Coeducación”, 2014).

De manera similar, la Guía de la Coeducación publicada en 2008 por el Instituto de la Mujer, dependiente del Ministerio de Igualdad de Bibiana Aído, define con claridad los objetivos de la coeducación:

“La escuela coeducativa tiene como objetivo la eliminación de estereotipos entre sexos superando las desigualdades sociales y las jerarquías culturales entre niñas y niños” (Instituto de la Mujer, Ministerio de Igualdad, “Guía de la Coeducación. Síntesis sobre la Educación para la Igualdad de Oportunidades entre Mujeres y Hombres”, 2008, p. 15)

Los ejemplos podrían multiplicarse. Todos ellos inciden en ideas que encajan perfectamente en la escuela diferenciada. La coeducación, tanto en el ámbito escolar mixto como en el diferenciado (o también en el ámbito familiar), supone educar en la igualdad de libertades y responsabilidades, en la igualdad de oportunidades personales y en la promoción de una convivencia respetuosa entre hombres y mujeres. Es educar en la corresponsabilidad de ambos sexos para la humanización de todos los ámbitos de la sociedad (familia, trabajo, tareas domésticas y sociedad en general). Y todo esto a través de actividades diarias, en las que se concretan objetivos y acciones de liderazgo, de pensamiento crítico, de respeto y consideración, etc.

Y habría que hablar también de la “coeducación familiar”, como bien señala Elena Simón:

Pensemos dónde está la coeducación familiar, quiénes tienen la ocasión de recibirla y qué consecuencias tendría que las niñas y los niños se manejaran en el mundo externo a la familia con actitudes, aprendizajes y modos igualitarios aprendidos en el hogar. Seguramente se acabaría pronto con la desigualdad y la violencia de género, con el sexismo y la misoginia y el machismo no tendría casi lugar donde crecer y alimentarse (Elena Simón Rodríguez, “La igualdad también se aprende: Cuestión de coeducación”, 2010, pp. 44).

Si logramos que los varones incrementen su dedicación a las tareas del hogar hasta llegar a la completa igualdad, si logramos que el esfuerzo y el tiempo de descanso se plantee también sin desigualdades de género, si logramos que se respeten las opciones legítimas de cada una o cada uno sin pretender someterlas a viejos estereotipos de género, si logramos todos eso habrá sin duda enormes avances en igualdad en toda la sociedad.

Alfonso Aguiló, “Cenizos”, Hacer Familia nº 232, 1.VI.2013

Una vieja tradición china cuenta la historia de un viejo campesino, pobre pero sabio, que labraba trabajosamente la tierra, con su hijo y con la ayuda de un viejo caballo.
Un día, el caballo escapó a las montañas. Su hijo le dijo: “Padre, qué desgracia, se nos ha ido el caballo”. Su padre respondió: “Ten paciencia, hijo mío, saldremos adelante, veremos lo que nos trae el paso del tiempo…”. A los pocos días el caballo regresó, acompañado de otro caballo.

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Alfonso Aguiló, “Cómo nos cambia la tecnología”, Hacer Familia nº 231, 1.V.2013

Internet es un mundo bastante reciente y que evoluciona con una enorme rapidez. Todos nos maravillamos de los avances que ha supuesto, nos sorprendemos con novedades que hace bien poco nos parecían ciencia-ficción, y también quizá nos preocupamos ante algunos de los riesgos que se vislumbran.
Vemos como se introduce en nuestras vidas, que se llenan de artilugios y aplicaciones que hacen variar nuestras costumbres, nuestro modo de trabajar, de comunicarnos, de vivir la actualidad, y hasta de hacer amistad. No sabemos bien hacia dónde va a evolucionar, dónde estarán sus nuevas aportaciones o por dónde se avecinan posibles peligros.

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Alfonso Aguiló, “Construir bulos”, Hacer Familia nº 230, 1.IV.2013

Corría el año 1708 cuando el escritor irlandés Jonathan Swift empezó a usar como pseudónimo el nombre de Isaac Bickerstaff, un personaje inventado con el que planeó una venganza que tendría lugar justo antes del Día de los Inocentes (el 1 de abril en el calendario anglosajón).
El adversario era un conocido astrólogo inglés, John Partridge, que había cometido el error de mofarse de él en su Merlinus Almanac.
La réplica del ficticio Isaac Bickerstaff se publicó en otro almanaque que fue titulado Predictions for the Year 1708 by Isaac Bickerstaff.

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Alfonso Aguiló, “Religión y espiritualidad”, Hacer Familia nº 229, 1.III.2013

Un reciente estudio de la Unidad de las Ciencias de Salud Mental de la University College London Medical School publicado en el British Journal of Psychiatry y firmado por Michael King, Louise Marston, Sally McManus, Terry Brugha, Howard Meltzer y Paul Bebbington, concluye con una afirmación tan provocadora como la siguiente: las personas que se consideran espirituales pero no ligadas a la regularidad y disciplina de una religión sufren más neurosis, adicciones, desórdenes de alimentación y fobias.
El estudio se ha realizado a partir de 7.000 entrevistas en Gran Bretaña. Un 35% declaraban tener “una visión religiosa de la vida”; un 19% se autoconsideraba “espiritual pero no religioso” y un 46% se declaraba indiferente, es decir, “ni espiritual ni religioso”.

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Alfonso Aguiló, “El contexto importa”, Hacer Familia nº 228, 1.II.2013

Viernes, 12 de enero de 2007, a las 7.51 de la mañana. Hora punta en una estación de Metro en la ciudad de Washington. Un músico toca el violín vestido con unos vaqueros, una camiseta de manga larga y una gorra de béisbol. El instrumento es nada menos que un Stradivarius de 1713. El violinista toca piezas magistrales durante 43 minutos. Es Joshua Bell, uno de los mejores intérpretes del mundo, nacido en Bloomington, Indiana, en 1967. Tres días antes había llenado el Boston Symphony Hall, a 100 euros la butaca sencilla. No es que hubiera caído en desgracia en solo tres días, sino que estaba protagonizando un experimento planeado por el diario The Washington Post: comprobar si la gente está preparada para reconocer la belleza en un contexto inesperado.

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Alfonso Aguiló, “Sobrevivir para contarlo”, Hacer Familia nº 227, 1.I.2013

Ruanda es un pequeño país muy densamente poblado de la región de los Grandes Lagos de África. Es conocido por su fauna salvaje, por sus ciudades típicas y por los preciosos parajes naturales que ofrece su terreno fértil y montañoso. Pero sobre todo es conocido y recordado por la sangrienta guerra civil que se desató en 1994, tras una larga historia de diferencias raciales y de discriminación entre las dos principales etnias del país. La etnia dominante en aquel momento, los hutus, se dejó arrastrar por el odio acumulado desde muchas generaciones atrás y desencadenó uno de los genocidios más intensos y sangrientos de la historia, con más de 800.000 tutsis asesinados en un espacio de apenas tres meses.

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Alfonso Aguiló, “Ética del carácter”, Hacer Familia nº 226, 1.XII.2012

Stephen Covey ha fallecido a los 79 años de edad en Idaho (USA) y es universalmente conocido desde que en 1989 publicó “Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva”, un libro que fue desde el primer momento un bestseller mundial y que será difícil de superar.
En el prólogo explica cómo se gestó la redacción del libro. Covey se encontraba inmerso en un estudio sobre todo lo publicado acerca del éxito en Estados Unidos a lo largo de doscientos años. Leía centenares de libros, artículos y ensayos sobre autoperfeccionamiento, psicología popular y autoayuda. Observaba la evolución que, a lo largo de la historia de su país, se había producido en que lo que se consideraban las claves de una vida exitosa.

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Alfonso Aguiló, “Un enemigo para ser mejor”, Hacer Familia nº 225, 1.XI.2012

Un adversario que siempre nos gana, con quien nos resulta imposible competir, puede resultar frustrante. Pero no tener competencia es casi peor. No puede decirse que tener adversarios y competencia sea siempre malo. Es más, muchos piensan que puede ser positivo. No es que haya que buscarlos constantemente, pero que existan puede llegar a ser una ayuda, curiosamente.

Tener contendientes cercanos puede ser de lo más estimulante para mejorar. Nos ayuda a mantener una sana tensión, a trabajar con más rigor, a diferenciarnos de lo que dicen que somos, a innovar, a añadir valor a lo que hacemos.

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Alfonso Aguiló, “Detalles nimios”, Hacer Familia, nº 224, 1.X.2012

«Así se inició el paseo aquella tarde. De cuando en cuando ella se detenía para retirar de la carretera, empujándolas con su cachavita negra, algún cristal o alguna piedra de mayor tamaño. “En detalles tan nimios como este se conoce a los personas”, pensé; y luego me entretuve meditando si alguna vez en mi vida me había guiado este instinto de caridad hacia mis semejantes. Comprendí que no y me avergoncé de ello.

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