Utilizan la publicidad para vender la idea de que sin Dios se vive muy bien
Los ateos pasan a la ofensiva dispuestos a convertir al hombre de la calle. Antes habían denunciado como nefando proselitismo cualquier intento de convencer a otros de las propias creencias religiosas. Sólo el intolerante, incapaz de respetar a los otros, se atrevería a pretender que los demás pensaran del mismo modo. Pero ahora los ateos se han lanzado a la ofensiva, decididos a convertir al hombre de la calle, no sólo con libros, sino hasta con anuncios publicitarios.
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