Real Academia de Medicina, “Rechazo a la clonación terapéutica”, 5.III.02

La Real Academia de Medicina ha declarado que se opone a cualquier tipo de clonación. Defiende que el embrión, desde su concepción, es una vida en desarrollo que debe ser protegida con una legislación internacional, según informa Diario Médico.

“La clonación terapéutica puede ser lícita en cuanto a que los fines son laudables (aliviar, curar al hombre enfermo), pero es inadmisible si comporta la destrucción de una vida anterior que es la del blastocisto, esto es, la del ovocito fecundado convertido en óvulo y, por tanto, en una vida incipiente que comienza a desarrollarse”. Esta es una de las conclusiones de una conferencia impartida por el académico Félix Peréz y Pérez, emérito de la Real Academia de Doctores y de la Real Academia de Medicina, que esta última ha adoptado como postura institucional, según ha explicado a DM Hipólito Durán, su presidente.

EN SUS JUSTOS TÉRMINOS Qué dice la Real Academia de Medicina 1. No a la destrucción de blastocistos (células madre embrionarias de fácil obtención), pues, en todo caso, supone la interrupción de la vida. ** Respeto absoluto a la vida humana desde que comienza -activación del genoma (primera célula diploide)- hasta la muerte.

2. Reconocimiento mediante legislación oportuna de los derechos del embrión.

3. Prohibición de la obtención de blastocistos en exceso para la reproducción por FIV-ET para tratamiento de esterilidad.

4. Destino digno para los embriones excedentes de la FIV-ET y promoción de su destino para la adopción de parejas estériles.

5. Prohibición absoluta para importar embriones con destino a la experimentación.

6. El ser humano no es algo, sino alguien. Su generación en el laboratorio va en todo caso en contra de nuestra dignidad…

El texto analiza el impacto social, ético y moral de la clonación embrionaria humana, cuyo fin terapéutico ha sido aprobado hace sólo unos días por el Reino Unido (ver DM del 1-III-02). El texto rechaza la validez del término preembrión y considera inadmisible la postura adoptada por Advanced Cell Technologies que calificó al blastocisto como un conjunto de células sin perspectivas de vida. Para la Academia, “hay que admitir con toda valentía que el blastocisto es ya una vida y su destrucción implica una ejecución (interrupción y, por tanto, aborto)”.

Al mismo nivel La Academia duda de los fines de la clonación terapéutica y de las garantías de éxito que actualmente pueda tener. Según el documento, “la vida es vida en sí misma y es tan importante la vida de los embriones incipientes como la de los sujetos que recibirán estas células después del sacrificio de aquéllos, con la duda -todavía sin resolver- de si estas células pueden prender con absoluta eficacia en el organismo receptor o por el contrario no se adaptarán”.

El texto recuerda que las células clonadas “no son generalizables, pues sirven exclusivamente para un tratamiento individualizado, es decir, para las enfermedades que padece el propio individuo del cual se han obtenido”. La Academia aclara que no hay que poner coto a los avances científicos y a la Biomedicina, pero “una cosa es el impulso de la investigación y otra la utilización de las técnicas que destruyen la vida y reducen los seres humanos a la condición de mera mercancía”.

Esta institución exige la “urgente reglamentación internacional de la investigación sobre el cultivo de células madre y respecto a los blastocistos existentes en los bancos respectivos, pues la investigación ofrece un enorme campo, pudiendo eludir la destrucción de seres vivos en desarrollo (blastocistos)”.

En cuanto al “preocupante destino de los blastocistos sobrantes de la FIV, un porvenir digno sería destinarlos, previa autorización de los padres, al tratamiento de mujeres estériles, pues su uso en la investigación es inadmisible”.

Visiones enfrentadas El anuncio del Reino Unido de admitir la clonación embrionaria humana con fines de investigación terapéutica ha reabierto un debate en Europa, incluida España. Santiago Grisolía, expresidente del Comité de Coordinación de la Unesco para el proyecto Genoma Humano, considera que la comunidad científica española es favorable, en términos generales, a la clonación de células embrionarias humanas con fines terapéuticos y estima necesario un debate sobre esta cuestión, según informa Europa Press. Tras reconocer que los científicos saben todavía muy poco sobre el proceso de división celular, Grisolía explica que el interés de los preembriones reside en que a partir de ellos es muy fácil conseguir células. Frente a esta opinión, Juan Ramón Lacadena, catedrático de Genética de la Universidad Complutense de Madrid, considera esta clonación como un paso previo a la reproductiva (ver DM del 1-III-02).

100 intelectuales piden penas para clonadores Por otra parte, según informa Europa Press, un centenar de médicos, científicos, abogados, farmacéuticos y docentes, entre otros, han firmado un manifiesto impulsado por Profesionales por la Ética para reclamar una reforma legislativa que permita establecer penas de prisión e inhabilitación la clonación de embriones humanos “en cualquier etapa de su desarrollo”.

Según los responsables de la iniciativa, así se permite la investigación con células madre procedentes del cordón umbilical, “favoreciendo con ello los avances hacia la clonación con fines terapéuticos”, mientras que “el dilema ético que supone el uso de células embrionarias, es decir, de futuros seres humanos, desaparece totalmente, ya que las células madre se pueden extraer de cualquier tejido humano sin necesidad de destruir embriones y sin ningún daño para el donante”.

Tomado de PUP, 5.III.02

Emilio Carmona, “En nombre de la ciencia”, II.02

Ante las noticias que se suceden sin cesar sobre todo lo que ocurre en este planeta, muchas personas toman conciencia de que para estar bien informados es preciso conocer la Historia. Pretendiendo rescatar esta memoria histórica, y ante los desafíos inevitables de la bioética, conviene recordar acontecimientos importantes en la historia de las ciencias.

Si hojeamos libros y artículos de finales del siglo XIX y principios del XX, veremos qué concepto de la bioética se tenía entonces. Antes de la Segunda Guerra Mundial, la eugenesia (selección de una raza superior) estaba bien vista, y cualquiera que se opusiese era un retrógrado que pretendía frenar el progreso de la humanidad. Algunos escritores, como G. K. Chesterton, J. R. R. Tolkien o C. S. Lewis, advirtieron ya de los peligros del cientificismo, pero la propaganda positivista de J. Huxley, E. Haeckel, Haegel, Feuerbach y C. Marx (entre otros) sobre la fe en “la todopoderosa Ciencia, demostrada en el triunfo del Darwinismo sobre la obsoleta religión” impulsó la idea del imperativo tecnológico (“Todo lo que puede hacerse se hará”). Pero ¿puede existir ética sin religión?. Algún tipo de ética siempre existe, pero ¿qué ética se forjó en la primera mitad del siglo XX?.

Los alumnos de carreras de ciencias (y todo el mundo) tienen archiconocidos los enfrentamientos históricos entre ciertos científicos y la posición teológica dominante de su época (que estén bien informados de todo lo que se dijo entonces es harina de otro costal): Galileo y Darwin se citan como casos paradigmáticos. Lo que no todos conocen tan bien es que en la Historia se han dado igualmente casos paradigmáticos de enfrentamientos de una minoría (científica, religiosa o de otra índole) contra la postura predominante de la comunidad científica. Y la eugenesia de principios del siglo XX es ese caso.

Estaba “científicamente demostrado” que la raza blanca o caucásica era la más evolucionada de todas las existentes, siendo los negroides los más próximos a nuestros antepasados simiescos. Y “por supuesto”, las personas con síndromes genéticos suponían una amenaza al progreso de la especie. Debían ser abortados, esterilizados, o incluso utilizados para experimentación. Al fin y al cabo, su vida era “inferior”. Una nación progresista -Alemania- se atrevió a llevar estas ideas a la práctica. Y el mundo entero se dio cuenta de la barbaridad que suponía aquello. La eugenesia es hoy reconocida como una atrocidad, y lo que ocurrió entonces se asocia inequívocamente a posturas políticas radicales.

Pero no hay más que coger el periódico o ver ciertos documentales para notar que está surgiendo un nuevo tipo de eugenesia. Un científico alemán decía el año pasado en unas declaraciones a “El país” que había que domesticar al ser humano mediante la genética, porque llevamos la agresividad en los genes. Y añadía: “La gente se escandaliza de esto porque lo dice un alemán, pero si lo dijese un científico americano no pasaría nada”. A esto podríamos añadir las noticias sobre aplicaciones “erróneas” de la eutanasia en Holanda, la inadmisión en la UVI de mayores de 70 años en Dinamarca, el tráfico de fetos humanos con fines “médicos”, los abortos horas antes de cumplir los nueve meses, los maltratos en centros de personas mayores o los de enfermos mentales (de los que nadie se entera, “y no pasa nada”), etcétera.

Hoy no queremos seleccionar a nadie por su etnia o nacionalidad, pero ¿qué actitud está tomando la sociedad hacia las personas con síndromes genéticos, los enfermos graves, los embriones y fetos humanos “que sobran”, los inadaptados…? ¿Nos “estorban”? ¿Se preocupará alguien si son eliminados?. Conviene tener olfato histórico, porque aquellos que olvidan su Historia, tienden a repetirla.

Emilio Carmona Doctorando en Biología molecular emilio@fafar.us.es

Paul Swope, “Por una comunicación eficaz a favor de la vida”, 10.III.1999

Paul Swope, Director de Proyecto del Nordeste de la Caring Foundation y Presidente de LifeNet Services, Inc.

El movimiento pro vida defiende el principio quizá más crucial de cualquier civilización desarrollada: la inviolabilidad y el valor de la vida humana. A pesar de ello y aunque haya mantenido vivo el debate sobre el aborto, no ha logrado hacer cambiar sustancialmente la opinión pública. Este fracaso sugiere la necesidad de mejorar la comunicación para responder a las preocupaciones reales de las mujeres que están en crisis por un embarazo no deseado. A partir de algunas campañas televisivas que han sido eficaces en Estados Unidos, Paul Swope reflexiona sobre la estrategia pro vida en un artículo publicado en la revista First Things (abril 1998). Continuar leyendo “Paul Swope, “Por una comunicación eficaz a favor de la vida”, 10.III.1999″

Juan Pablo II, “No al ensañamiento terapéutico”, Zenit, 26.III.2002

JUAN PABLO II ALERTA ANTE EL ENSAÑAMIENTO TERAPÉUTICO Recibe a la Organización Mundial de Gastroenterología CIUDAD DEL VATICANO, 26 marzo 2002 (ZENIT).- En un momento en el que la actualidad internacional lleva a la Iglesia a recordar su oposición a la eutanasia, Juan Pablo II ha alertado ante el «ensañamiento terapéutico», y exhorta a ensañarse en la investigación médica.

El llamamiento pontificio tuvo lugar este sábado, 23 de marzo, al recibir a una delegación de miembros de Organización Mundial de Gastroenterología, que se reunieron en Roma para afrontar la prevención del cáncer en el aparato digestivo.

La organización, fundada en París en 1954, reagrupa en estos momentos a 88 asociaciones nacionales.

«Un exasperado ensañamiento terapéutico, incluso con las mejores intenciones, además de ser inútil, no respetaría en definitiva plenamente al enfermo, que ha llegado ya a un estado terminal», afirmó el Papa.

El pontífice constató «la creciente disponibilidad de recursos técnicos y farmacológicos que permiten discernir con prontitud, en la mayoría de los casos, los síntomas del cáncer e intervenir así con mayor rapidez y eficacia».

Por eso, invitó a los doctores a «proseguir con confianza y tenacidad la investigación y la terapia, empleando los recursos científicos mas avanzados».

Por lo que se refiere a sus relaciones con los pacientes, el obispo de Roma recordó a los médicos que «el ser humano es limitado y mortal».

«Hay que acercarse al paciente con un sano realismo que impida dar a la persona que sufre la ilusión de la omnipotencia de la medicina –aconsejó–. Hay límites que no es humanamente posible superar; en esos casos es necesario saber aceptar con serenidad la propia condición humana, que el creyente sabe leer a la luz de la divina providencia».

Juan Pablo II recordó que «la complejidad de la persona humana exige que, a la hora de suministrar el tratamiento necesario, se tome en consideración tanto el espíritu como el cuerpo. Sería presuntuoso contar solo con la tecnología».

«El concepto de salud, tan querido al pensamiento cristiano, contrasta con una visión que la reduce a un mero equilibrio psico-físico –siguió diciendo–. Esa visión olvida la dimensión espiritual de la persona y acabaría poniendo en peligro el verdadero bien».

Con este espíritu, concluyó, «informar a los ciudadanos con respeto y verdad, especialmente cuando están afectados por situaciones patológicas, constituye una auténtica misión para quienes tienen a su cargo la salud pública».

Tomado de Zenit, ZS02032607

Javier Vega, “¿Qué entendemos por eutanasia?”, PUP, 14.X.2001

De todos los países del mundo, la eutanasia sólo está legalizada en Holanda desde enero del presente año, ya que, entre otros motivos, es considerada como una práctica peligrosa e innecesaria; así, según un reciente estudio realizado en nuestrio país, la demanda de eutanasia en las unidades de cuidados paliativos a enfermos terminales es del 0,3%, y en la mayoría de los casos, al tratarse adecuadamente el dolor y paliar otros síntomas, los enfermos desistieron de tal petición.

Son necesarias algunas aclaraciones terminológicas. Actualmente se entiende por eutanasia aquella acción (eutanasia activa), u omisión (eutanasia pasiva), encaminada a dar la muerte, de una manera indolora, a los enfermos incurables.

Según la Organización Médica Colegial, “la eutanasia pasiva es verdadera eutanasia, pues, desde el punto de vista de la ética profesional, es irrelevante quitar la vida a un paciente mediante una acción que se ejecuta o mediante la omisión de una intervención médica obligada. En uno y otro caso hay eutanasia, pues se provoca deliberadamente la muerte a un paciente”.

La O.M.C. recomienda hablar de eutanasia (ya sea activa o pasiva), pues algunos “entienden, erróneamente, que eutanasia pasiva es no instaurar o suspender tratamientos médicos inútiles, y esto es un acto ético, por cuanto constituye práctica médica correcta”.

No es eutanasia la aplicación de fármacos para aliviar el dolor u otros síntomas en un paciente terminal aunque ello produzca, indirecta e inevitablemente, un cierto acortamiento de la vida. Si se aplican convenientemente los principios éticos es no sólo aceptable sino aconsejable y necesario en ocasiones. Siempre debe procurarse no impedir que el enfermo pueda actuar libremente en la disposición de su última voluntad y, en el caso de que los medios usados lleven aneja la pérdida de conciencia, será necesario el consentimiento del enfermo.

Tampoco es eutanasia la omisión o retirada de medios extraordinarios o desproporcionados para prolongar artificialmente la vida de un enfermo terminal, pues está ausente la acción positiva de matar y la posibilidad de una vida natural. Es el médico –consultando en algunos casos límite a otros colegas-, o los comités de ética de algunos hospitales, los que deben determinar qué medios se pueden considerar proporcionados y cuáles desproporcionados para un paciente determinado, teniendo en cuenta sus circustancias concretas. No obstante, hay una serie de medios que hoy día se consideran habitualmente como ordinarios o proporcionados (la hidratación y la nutrición -por boca o sonda nasogástrica- son los cuidados básicos mínimos).

En el estado vegetativo persistente o coma irreversible, sólo deben darse los cuidados básicos mínimos, y habitualmente en unos meses el paciente fallece a causa de una infección o de otras complicaciones.

Algunos llaman “ortotanasia” a la muerte que ocurre a su tiempo, sin acortarse la vida y sin alargarla innecesariamente mediante medios extraordinarios. A este alargamiento de la vida mediante medios desproporcionados se le conoce con el nombre de “ensañamiento terapéutico”, que no es lícito, como señala el Código deontológico.

El “diagnóstico de muerte” es un punto importante ya que, desde que se establece el diagnóstico de muerte clínica, no hay problema de eutanasia, pudiéndose extraer los órganos del cadáver para trasplantes o retirar la ventilación asistida, pues se trata de un cadáver. El cese irreversible de las funciones encefálicas y/o cardiorrespiratorias son criterios suficientes para confirmar la muerte de una persona, al cesar de funcionar su organismo espontáneamente como un todo.

Javier Vega Gutiérrez. Profesor titular de Medicina legal. Universidad de Valladolid.

Antonio María Rouco, “Sobre el testamento vital”, 22.XII.2000

La Conferencia Episcopal publica una propuesta de «Testamento vital» En respuesta a la nueva ley aprobada por el Parlamento de Cataluña BARCELONA/MADRID, 22 dic 2000 (ZENIT).- En el momento en el que el pleno del Parlamento de Cataluña daba su visto bueno al proyecto de ley que permitirá a cualquier persona evitar ciertas acciones médicas en caso de sufrir una enfermedad terminal, la Conferencia Episcopal Española ha publicado una propuesta de «Testamento vital». La nueva ley catalana, aprobada ayer por unanimidad, prevé que cualquier persona que padezca una enfermedad incurable, dolorosa y mortal pueda dejar constancia de su voluntad expresa de no ser mantenida en vida por medios artificiales. Esto se hace ordinariamente con el así llamado «Testamento vital». La propuesta de «Testamento vital», distribuido por la página web de la Conferencia Episcopal Española, busca prevenir a los médicos ante cualquier posibilidad de aplicación de la eutanasia, y al mismo tiempo evitar el así llamado ensañamiento terapéutico, es decir, la suministración de tratamientos inútiles y en ocasiones dolorosos. El signatario de ese «Testamento» pide que «si por mi enfermedad llegara a estar en situación crítica irrecuperable, no se me mantenga en vida por medio de tratamientos desproporcionados o extraordinarios; que no se me aplique la eutanasia activa, ni que se me prolongue abusiva e irracionalmente mi proceso de muerte; que se me administren los tratamientos adecuados para paliar los sufrimientos». Asimismo, el signatario del Testamento pide «ayuda para asumir cristiana y humanamente mi propia muerte». Para que tenga validez el «Testamento vital», según indica la nueva ley catalana, deberá ser confirmado ante notario o bien ante tres testigos, dos de los cuales no han de tener parentesco o relación patrimonial con el interesado y también hará falta entregarlo al centro sanitario donde la persona deba ser atendida para incorporarlo a su historial clínico. Si bien la ley fue aprobada por todas las fuerzas políticas, ha tenido interpretaciones diferentes. Para los partidos de izquierda la ley constituye una despenalización de la eutanasia pasiva; para el Partido Popular no implica nada más que una manera de evitar el ensañamiento terapéutico. Según el diputado del PPC, Daniel Sirera, «lo que se ha hecho es recoger los códigos deontológicos de los colegios de médicos, que ya aplican esos supuestos y que se podría resumir como la negativa a alargar la vida de forma artificial». Ofrecemos a continuación el texto íntegro del «Testamento vital» distribuido por la Conferencia Episcopal Española. A mi familia, a mi médico, a mi sacerdote, a mi notario: Si me llega el momento en que no pueda expresar mi voluntad acerca de los tratamientos médicos que se me vayan a aplicar, deseo y pido que esta Declaración sea considerada como expresión formal de mi voluntad, asumida de forma consciente, responsable y libre, y que sea respetada como si se tratara de un testamento. Considero que la vida en este mundo es un don y una bendición de Dios, pero no es el valor supremo absoluto. Sé que la muerte es inevitable y pone fin a mi existencia terrena, pero desde la fe creo que me abre el camino a la vida que no se acaba, junto a Dios. Por ello, yo, el que suscribe…………………… pido que si por mi enfermedad llegara a estar en situación crítica irrecuperable, no se me mantenga en vida por medio de tratamientos desproporcionados o extraordinarios; que no se me aplique la eutanasia activa, ni que se me prolongue abusiva e irracionalmente mi proceso de muerte; que se me administren los tratamientos adecuados para paliar los sufrimientos. Pido igualmente ayuda para asumir cristiana y humanamente mi propia muerte. Deseo poder prepararme para este acontecimiento final de mi existencia, en paz, con la compañía de mis seres queridos y el consuelo de mi fe cristiana. Suscribo esta Declaración después de una madura reflexión. Y pido que los que tengáis que cuidarme respetéis mi voluntad. Soy consciente de que os pido una grave y difícil responsabilidad. Precisamente para compartirla con vosotros y para atenuaros cualquier posible sentimiento de culpa, he redactado y firmo esta declaración. Firma: Fecha:

Julio Coll, “La reproducción de los genomas”

  • ¿Qué es un genoma?
  • ¿Cuántas intrucciones tiene?
  • ¿Qué es un gen?
  • ¿Dónde están los genomas?
  • ¿Cómo se originan?
  • ¿Cómo se desarrollan?
  • ¿Clonaje terapética?
  • Conclusiones
  • JULIO COLL MORALES Biológicas UCM pHD Cell Biology MIT

    Romano Guardini, “El derecho a la vida antes del nacimiento”

    El problema y la norma La cuestión que nos interesa, se suele formular del siguiente modo: ¿es lícito destruir la vida del niño que está madurando en las entrañas de la madre? Esta pregunta surge, en primer lugar, del hecho de que se trata de un ser singular que, sin embargo, influye sobre otros seres igualmente singulares y sobre grupos enteros. Primero, sobre la misma madre; y después, más ampliamente, sobre la familia y sobre el pueblo. La existencia de este ser podría significar la amenaza de un peligro para la madre, la familia y la colectividad. ¿Es lícito matarlo para evitar este peligro? Sin embargo, la cuestión es más amplia. El individuo humano es concebido sin contar con su voluntad. Su desarrollo depende de la madre hasta el momento del nacimiento; después, de la familia y de la sociedad. Así pues, todos los que cooperan a su desarrollo, sobre todo los padres y el Estado, son responsables de él. Siendo así, ¿no deben, quizá, en determinadas circunstancias, representar el interés de un ser que todavía no es independiente, incluso en lo que respecta a su presencia física en el mundo? Si están persuadidos de que la vida de este futuro hombre será desventurada, ¿no es acaso su deber preservarlo de la desventura? Estos problemas han sido siempre actuales, pero durante mucho tiempo fueron resueltos con fe en la divina providencia. Se convirtieron en agobiantes cuando muchos perdieron la conciencia de esta guía celestial y llegaron a una concepción del hombre como dueño y único responsable de su existencia. A la vez, paralelamente a este desarrollo, la sociología y la medicina crearon las premisas que hicieron posible una acción metódica en este campo. Finalmente, en la sociedad de masas de la existencia moderna, se fue perdiendo cada vez más el sentido —antes muy vivo— de la intangibilidad fundamental de la vida humana. Después, he aquí que se agrava la situación externa: alimentación y vivienda, educación y carrera universitaria, asistencia y cuidados médicos, son puestos de tal manera en entredicho, como sucede hoy de hecho, que aquellos problemas aumentan de intensidad de un modo amenazador. Tanto más cuanto que, en los últimos tiempos, el gobierno del estado y la educación del pueblo niegan radicalmente la dignidad del hombre y se han aliado con todo lo que de violento hay en su naturaleza. Estos hechos han ejercido un influjo grande sobre el modo de sentir y de juzgar de la mayoría de las personas. Y conviene —mencionándolo ya desde el principio— no dar por supuesto con demasiada facilidad que, discutiendo problemas como el que ahora nos ocupa, seamos personalmente inmunes a semejantes influencias. Continuar leyendo “Romano Guardini, “El derecho a la vida antes del nacimiento””

    Dra. Dolores Voltas, “El preservativo, una mentira cruel”, 18.I.02

    Dra. Dolores Voltas, médico y vocal de la Comisión Deontológica del Colegio de Médicos de Barcelona, 18.I.02 Continuar leyendo “Dra. Dolores Voltas, “El preservativo, una mentira cruel”, 18.I.02″

    Karol Wojtyla, “Amor y responsabilidad”

    Karol Wojtyla, “Amor y responsabilidad”, Lublin, 1960. Traducción Plaza & Janés, 1996, pág. 323.

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