Poca gente sabe que Gaudí tuvo que salir a la calle a pedir dinero para poder proseguir las obras del templo de la Sagrada Familia. En una de esas visitas, exitosa, ocurrió lo siguiente: —Muchas gracias, dijo Gaudí.
—No, no me de las gracias. En realidad no me supone sacrificio.
—Entonces, añadió el arquitecto con gracia, no sirve. Mejor dicho, no le sirve a usted. Vea de aumentarlo hasta sacrificarse… ¡Le será más agradable a Dios! Porque la caridad que no tiene el sacrificio como base no es verdadera y tal vez no sea más que vanidad.
El caballero se quedó boquiabierto. Reflexionó. Buen cristiano, comprendió y entregó un donativo mucho mayor.
—Ahora soy yo quien le da a usted las gracias, señor Gaudí.
Tomado de Álvarez Izquierdo, “Gaudí”, p. 181.