Junto al derecho básico de los padres a que sus hijos sean escolarizados (obviamente, es también un derecho de los propios hijos), hemos hablado del derecho a que esa enseñanza sea de calidad, y también del derecho a que esa enseñanza sea plural, es decir, que los poderes públicos deben garantizar el derecho que asiste a los padres para que sus hijos puedan escoger escuelas que estén de acuerdo con sus propias convicciones.
Junto a eso, a lo largo de las últimas décadas se ha desarrollado bastante el derecho de los padres a participar en la vida de la escuela. Esa participación se ha buscado unas veces como un modo de estimular la labor conjunta de familia y escuela en la educación; en otros casos ha sido más bien el desarrollo de un derecho de los padres a estar presentes en la vida de la escuela y ejercer un cierto control sobre la enseñanza que reciben sus hijos; otras veces ha sido un impulso de los propios titulares de los centros para lograr apoyo en determinadas tareas; etc. En todo caso, es hoy día prácticamente general la existencia de asociaciones de padres y madres de alumnos en todas las escuelas.
Esas asociaciones de padres y madres de alumnos suelen tener reconocido en primer lugar su derecho a constituirse en asociación (que pueden ser una o varias por cada escuela), su derecho a reunirse en el propio centro, derecho a ser informados sobre la educación de sus hijos, derecho a ser escuchados en relación a la educación de sus hijos, etc.
También en la mayoría de los países los padres suelen estar presentes en los órganos de participación y control de los centros públicos o subvencionados, como es el caso de los consejos escolares en la legislación española.
Alfonso Aguiló, “Educar en una sociedad plural”, Editorial Palabra, 2021