Entrevista de Cristina López Schlichting “Amo la palabra ya que en ella habita la idea y reside el primer huevecillo de la literatura… Amo la palabra como a veces se ama a una mujer: con frenesí, pasión e inconveniencia.” Cela, 1994 -P: Lo que más le impactaba de su padre es que no tuviese miedo a la muerte.
-Don Camilo: Ninguno. A mí me pasa exactamente igual. Es una vulgaridad, la muerte. Fíjese que es lo que ha hecho todo ser humano que ha nacido. Todos, absolutamente todos, se han muerto. Es una vulgaridad y, sin embargo, la gente está muy preocupada.
-P: Yo estoy muy preocupada.
-Don Camilo: No, no, no. Aleje toda preocupación, lo que hay que hacer es tratar de vivir, mujer, con la cabeza en su sitio y normalmente. Desde luego no como una especie de mueble, esto sería terrible.
-P: ¿Pero no le molesta la idea de dejar de vivir? -Don Camilo: Hombre, no la considero. Sé que es fatal. Que no tiene vuelta de hoja. Es como la sucesión de los días y las noches ¿de qué le sirve a usted coger una perra y gritar y patalear? -P: ¿Es usted creyente? -Don Camilo: La pregunta es inconstitucional (se ríe de nuevo), no obstante, se la voy a contestar.
-P: Gracias.
-Don Camilo: Si yo creo o no creo en Dios es algo que sólo Dios sabe. Esto ya es una profesión de fe. Lo que sucede es que la noción de Dios, que algún día se aclarará (lo que pasa es que la Teología está todavía en mantillas), a lo mejor es la unidad de la materia. Desde luego no es la del catecismo: «Un señor infinitamente bueno, todopoderoso». No es un señor, es otra cosa. Claro.
-P: Vuelvo a ser inconstitucional. Usted ha practicado el catolicismo.
-Don Camilo: Sí, claro.
-P: Incluso, con relación a su matrimonio, se ha molestado en esto tan complejo de pedir la nulidad. (Camilo José Cela se casó en 1944 con Rosario Conde Picabea, con quien tiene un hijo. El 31 de julio de 1997 obtuvo la nulidad eclesiástica y, el 29 de junio de 1998, se casó por la Iglesia con Marina Castaño). ¿Por qué? -Don Camilo: Mujer, porque ante Dios también conviene tener los papeles en regla.
Cuando Don Camilo se ríe, el ambiente se distiende. Lo suyo no son carcajadas, desde luego. Se ríe por lo bajini, con socarronería.
-P: ¿Pero no quedamos en que Dios no es el del catecismo católico? -Don Camilo: No, eso no, pero en todo caso es el Dios verdadero.
-P: Así que estos gestos suyos a lo largo de su vida no han sido fruto del convencionalismo.
-Don Camilo: No, en absoluto, no tendría el menor sentido. Y además va contra mi manera de ser. Yo soy muy poco convencional.
-P: Usted ha hecho una definición terrorífica de la vejez: «La vejez suele ser cínica y acomodaticia, egoísta y poco respetable», ¿se ratifica usted en esto? -Don Camilo: Sí, claro que sí. Eso viene con lo que le decía del miedo a la muerte.
-P: ¡Ajá! ¿O sea, que cuando uno no tiene ese miedo, se libra de estos pesares? -Don Camilo: O, por lo menos, está en camino.
-P: Se considera joven, entonces…
-Don Camilo: Yo me considero viejo en el sentido en que mi organismo no funciona como cuando tenía 20 años o 30, esto es de sentido común. Ahora bien, creo que la vejez es la arteriosclerosis: mientras la cabeza funcione, con mayor o menor rigor, pero funcione, la vejez se ahuyenta. Pero llega un momento en que uno ya confunde todo. Entonces está muerto.
-P: Luego, su temor es a la falta de lucidez. ¿Sería partidario de la eutanasia? -Don Camilo: Ehhh, es muy peligroso. Porque ¿quién decide? Eso es muy peligroso. Teóricamente, sí, pero en la práctica quizá no me atrevería yo a firmar un decreto autorizándolo.
Selección del texto: Almudena Ortiz procedente de una entrevista de CRISTINA LÓPEZ SCHLICHTING publicada el pasado 10 de marzo en un suplemento de El Mundo, facilitada por Piensaunpoco.com.
_____________________________________________________________________ «Estoy en paz con Dios, padrino, tú lo sabes» Por Federico Trillo, ABC, 18.I.02 Sólo el sentido de la amistad de veras que ejercía Camilo José Cela me ha permitido el privilegio de compartir los últimos años de su vida y, por generosidad de él y de Marina, ser el padrino de su boda. Sin otro título ni pretensión, querría destacar algunos rasgos de su inmensa personalidad. (…) Veía venir la muerte sin estremecimiento y sin aspavientos: «Estoy en paz con Dios, padrino, tú lo sabes»; me decía. Muchos años atrás, presintiendo quizás, esperando la mañana de ayer, dejó escritos estos versos «pisando la dudosa luz del día»: «Ven, descansada Muerte, bajo forma de junco. / Muerte, Muerte de un golpe, clara Muerte rotunda. / Sólo quiero tu soplo por mis oídos leves, / Sólo tus ojos tardos posándose en los míos».
Camilo José Cela, premio Nobel de Literatura, falleció el 16.I.02.