Me gustaría saber cómo se siente usted. ¿Se siente libre, capaz de decidir su comportamiento o, por el contrario, se siente manejado, movido por influencias conocidas o desconocidas? Me interesa conocer su opinión porque en cuanto termine de escribir este artículo me marcho a Figueras a un simposium de la Sociedad Española de Psiquiatría Forense sobre el tema de la libertad, la voluntad y la responsabilidad personal. Es un asunto que interesa mucho a los jueces, que tienen que enfrentarse con casos muy complejos. Pero que es importante para todos. Para los legos también.
Resulta que la idea que tengamos acerca de nuestra libertad personal, nuestra capacidad para enfrentarnos con los problemas, y liberarnos de los determinismos físicos, psicológicos, económicos y sociales, es un elemento muy influyente en nuestra manera de actuar. Nos comportamos de acuerdo con lo que creemos.
Las encuestas nos dicen que en los últimos años la capacidad de controlar la propia conducta ha disminuido, sobre todo, por tres causas. La primera es un aumento de la impulsividad, sobre todo en las personas jóvenes. En segundo lugar, el incremento de las conductas adictivas. Estas incluyen la ingestión de drogas, y también otras menos dramáticas: la compulsión a comprar, a trabajar, a hacer gimnasia, a tener relaciones sexuales, a jugar, o a enchufarse a Internet.
Por último, está influyendo la falta de sentido crítico, que hace demasiado profunda el poder de los medios de comunicación.
He de añadir que ciertas escuelas psicológicas diluyen la responsabilidad personal, lo que está influyendo poderosamente en los sistemas judiciales. A la pregunta ¿quién es responsable de un acto? contestan: mucha gente.
Les pondré un ejemplo sacado de la jurisprudencia estadounidense. En un suburbio de Filadelfia una mujer entró en una galería comercial y comenzó a disparar contra los clientes matando a varios de ellos. Para los que creen en la responsabilidad individual, ella era la única culpable.
Pero los abogados ampliaron la red de responsables entablando juicio contra los funcionarios de salud mental que conocían que estaba algo perturbada, contra el departamento local de policía que había sido también advertido, contra el empleado de la armería que le vendió el arma, etc., etc.
Las condenas a las tabaqueras diluyen también la responsabilidad personal, pues las consideran responsables de las enfermedades producidas por el tabaco, aunque en las cajetillas se advierte claramente que es un producto nocivo.
Me gustaría que me dieran su opinión sobre una ley del Estado de California que atribuye responsabilidad a los padres por la conducta ilícita de sus hijos. Por ejemplo, una madre de 37 años fue acusada recientemente de “no ejercer un control razonable” sobre su hijo de 17, acusado de violación. ¿Usted qué piensa? Continuaremos charlando.