Congreso internacional con motivo de los 10 años de la publicación del Catecismo de la Iglesia Católica.
CIUDAD DEL VATICANO, 8 octubre 2002 (ZENIT).- El Catecismo de la Iglesia Católica es una guía para descubrir la auténtica felicidad, afirmó este martes el cardenal Joseph Ratzinger, al intervenir en un congreso organizado en el Vaticano para celebrar los diez años de su publicación.
El prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe inauguró el simposio, que reúne en el Aula de los Sínodos hasta el viernes próximo a algunos de los más reconocidos teólogos del mundo, por invitación de esa misma congregación vaticana, y de la Congregación para el Clero.
El Catecismo de la Iglesia Católica, publicado por Juan Pablo II el 11 de octubre de 1992, en cuya redacción participó un equipo internacional de redactores coordinados por el cardenal Ratzinger, es quizá el documento más importante de este pontificado, pues en él se presenta con un lenguaje actual el compendio de la fe católica («no es un libro de teología», aclaró el purpurado alemán).
Al intervenir sobre el tema «La actualidad doctrinal del Catecismo de la Iglesia Católica a diez años de su publicación», Ratzinger recordó que «el impulso primordial del hombre, que nadie puede negar, y al que en último término nadie se opone es el deseo de felicidad, de una vida lograda, llena».
El Catecismo, dijo al explicar la redacción de la tercera parte del Catecismo, dedicada a la moral cristiana, «es la doctrina de la vida lograda, la ilustración por así decir de las reglas para alcanzar la felicidad».
«El libro pone en relación esta tendencia innata en el hombre con las bienaventuranzas de Jesús, que liberan al concepto de felicidad de todas las banalidades, le dan su auténtica profundidad y, de este modo, permiten ver el lazo entre el bien absoluto, el bien en persona –Dios– y la felicidad».
«La teología moral cristiana no es nunca una simple ética de la ley, supera también el ámbito de una ética de las virtudes: es ética dialógica, pues el actuar moral del hombre se desarrolla a partir del encuentro con Dios», afirmó el cardenal.
«Por tanto, no es nunca un actuar únicamente propio, autárquico, y autónomo, pura realización humana, sino la respuesta al don del amor» de Dios, aclaró.
La elaboración de la parte del Catecismo relativa a la moral cristiana fue la más complicada, confesó Ratzinger, no sólo por «los difíciles problemas en el ámbito de la ética política, de la ética social, y de la ética bioética, en continuo proceso evolutivo», sino también porque «el debate sobre matrimonio y familia, sobre ética de la sexualidad [está] en pleno desarrollo».
«Quien busca en el Catecismo un nuevo sistema teológico o nuevas hipótesis sorprendentes, quedará decepcionado –concluyó Ratzinger–. Este tipo de actualidad no es la preocupación del Catecismo. Éste ofrece, recurriendo a la Sagrada Escritura y a la riqueza global de la tradición en sus múltiples formas, e inspirándose en el Concilio Vaticano II, una visión orgánica de la totalidad de la fe católica, que es bella precisamente en cuanto totalidad, una belleza en la que reluce el esplendor de la verdad».
«La actualidad del Catecismo es la actualidad de la verdad nuevamente expresada y pensada. Esta actualidad permanecerá a pesar de las críticas que reciba», aseguró.
El congreso catequístico internacional había sido abierto por el cardenal Darío Castrillón Hoyos, prefecto de la Congregación para el Clero, con un breve saludo.
Tomado de Zenit, ZS02100806