La Formación Profesional (FP) en España ha mejorado y se ha desarrollado mucho. Un total de 862.000 estudiantes se matricularon en esas enseñanzas en el curso 2020/21: 428.300 en grado superior, 358.600 en grado medio y 75.000 en FP básica. Son cifras que han aumentado un 77% con respecto al curso 2008-2009, donde solo había 487.000 estudiantes. A pesar de estos buenos augurios y aunque el interés por esta formación va en aumento, solo el 18,7% del alumnado español de 17 años elige esta opción en la segunda etapa de la Educación Secundaria, frente a la media de la OCDE que alcanza el 31%.
La Formación Profesional necesita con urgencia de un plan estratégico ambicioso, con medidas claras que permitan estar en el lugar que merece dentro del sistema educativo y como enseñanza de primera categoría, fundamental para el desarrollo económico del país, la formación de talento y la competitividad de las empresas.
Por primera vez en 2019 las ofertas de empleo para titulados de FP sobrepasaron a las destinadas a graduados universitarios. Y algunos estudios indican que para el año 2025 el 50% de los empleos serán para personas con una cualificación como la que proporciona la FP.
Citando a Santiago García, secretario general de CECE, los principales retos que ha de afrontar la FP para su modernización son:
• Actualización del catálogo de títulos, para hacer frente a las necesidades reales de los sectores productivos, impartiendo una formación que se adecue a los perfiles profesionales que demanda el mercado de trabajo.
• Esta actualización, bien mediante nuevos títulos o la revisión de los existentes, debe ser ágil para responder a esas necesidades de cualificación en un tiempo razonable, no como actualmente.
• Es necesario ampliar la oferta de plazas de FP en aquellas especialidades que van a ser más demandadas por los sectores productivos.
• Las enseñanzas de FP han de ser flexibles, con una oferta a distancia (online), modular y a la carta.
• Es necesario avanzar en la integración de la FP del sistema educativo y del empleo.
• También hay que poner en marcha un sistema de reconocimiento y acreditación de competencias básicas y profesionales, que funcione mejor que el actual.
• Hay que potenciar la formación del profesorado mediante el intercambio de experiencias, los proyectos de innovación junto con empresas, las estancias en empresas y en otros centros punteros de FP.
• Es necesario hacer una nueva ordenación de la FP, con especial atención a la regulación de la FP Dual, para armonizar su desarrollo en las diferentes comunidades autónomas.
• Otro punto importante es la internacionalización de los centros de FP, potenciando la movilidad de alumnos y profesores, las alianzas con centros de otros países para formar redes y ofertar enseñanzas conjuntas.
• Se debe hacer un esfuerzo en la orientación profesional, que permita a las personas tomar decisiones informadas, y que rompa con los estereotipos asociados a las enseñanzas de FP. En España no se ha implantado aún de modo general el perfil del orientador profesional, que resulta completamente imprescindible y ha de ser una persona con sólidos conocimientos de la realidad del mercado de trabajo, las tendencias futuras, los nichos de empleo, etc.
• Todo esto ha de hacerse en un ámbito de estrecha colaboración entre lo público y lo privado. Sin la participación de las empresas y los agentes sociales no será posible alcanzar los ambiciosos objetivos que necesita el futuro de la Formación Profesional.
Alfonso Aguiló, “Educar en una sociedad plural”, Editorial Palabra, 2021