Alfonso Aguiló, “Atreverse a cambiar”, Hacer Familia nº 269-270, 1.VII.2016

Los Juegos Olímpicos de México dejaron muchos momentos para el recuerdo, pero quizá uno de los más destacados fue la sorpresa que dio un atleta norteamericano de 21 años llamado Dick Fosbury.

Fosbury había nacido en Portland en 1947, estudiaba en la Universidad de Oregón y practicó el baloncesto y el fútbol americano antes de dedicarse al atletismo. Pronto le cautivó el salto de altura y, al ver que no lograba obtener buenos resultados mediante el procedimiento convencional, descubrió que le iba mejor saltar de espaldas al listón, pasando sucesivamente la cabeza, la espalda arqueada y las piernas flexionadas, que tenía que estirar en el último instante. Tomaba carrerilla de forma transversal y, poco antes de llegar al listón, se giraba y saltaba de espaldas. Era un estilo mucho más efectivo desde un punto de vista biomecánico, pues permitía dejar menos espacio entre el listón y el centro de gravedad del saltador, con lo que se gana altura.

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Alfonso Aguiló, “Buscar lo que une”, Hacer Familia nº 268, 1.VI.2016

Después de las atrocidades cometidas durante la Segunda Guerra Mundial, la Organización de las Naciones Unidas, a través de la UNESCO, estaba comprometida a preparar una Declaración Universal de los Derechos Humanos que sentara unas bases comunes que todo el mundo pudiera reconocer.

Pasaba el tiempo y en 1947 los trabajos preparatorios de la Declaración estaban en un callejón sin salida. Los desencuentros ideológicos entre las distintas posiciones de fondo presentes eran muy fuertes. Julian Huxley, un prestigioso científico británico que era por entonces Director General de la UNESCO, insistía en que esos derechos no podían basarse en convicciones religiosas. Se buscó una salida invitando a intelectuales de diversas culturas del mundo a interrogarse sobre el significado y la posibilidad de un acuerdo respecto a esos derechos.

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Alfonso Aguiló, “El asno de Buridán”, Hacer Familia nº 267, 1.V.2016

El venerable maestro francés Jean Buridán, nacido en Artois a comienzos del siglo XIV, abanderado de los nominalistas y dos veces rector de la Universidad de París, hizo en su vida más que suficientes méritos como para ganarse un puesto en los tratados de filosofía, por sus contribuciones acerca de la lógica y la gramática, o bien en los de otras ciencias, puesto que formuló con sorprendente acierto los principios básicos de la cinemática al descubrir que el “ímpetus” de un móvil es proporcional a la cantidad de materia que contiene y a la velocidad, lo que le hizo precursor directo, en este punto fundamental, de Copérnico, Galileo y Newton.
Pese a todo, Buridán no es apenas recordado por los filósofos del lenguaje, ni por los físicos, ni por los astrónomos, sino que su memoria ha quedado vinculada a una paradoja conocida como “El asno de Buridán”. Buridán era defensor del libre albedrío y de la posibilidad de ponderar toda decisión a través de la razón. Para satirizar su posición, algunos críticos imaginaron el caso absurdo de un asno que no sabe elegir entre dos montones de heno idénticos, y que como consecuencia de semejante perplejidad acaba muriéndose de hambre. La paradoja es que, pudiendo comer, no come porque no logra decidir qué montón es más conveniente, ya que ambos le parecen iguales.

Parece que el relato original procede nada menos que de Aristóteles, protagonizado por un perro que debe elegir entre dos comidas igualmente sabrosas, y que no llega a decidirse por ninguna de ellas, de modo que efectivamente acaba muriendo de hambre.

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Alfonso Aguiló, “Horror vacui”, Hacer Familia nº 266, 1.IV.2016

“Mamá, no puedo parar los pensamientos que me llegan a la cabeza”, asegura una niña de apenas cinco años de edad, sentada en su sillita, en el asiento trasero del coche, camino de una fiesta de cumpleaños. La madre se queda sorprendida con el comentario, porque ve a la pequeña agobiada y desconcertada, y sobre todo por el hecho, bastante significativo, de que la niña considera que los pensamientos le llegan desde fuera.

No parece tratarse de ninguna patología especial, sino, por lo que leo, quizá del efecto propio de una situación de sobreestimulación. Hasta hace pocas décadas, los estímulos que recibíamos del exterior eran muy limitados y moderados. Eran estímulos procedentes de nuestro entorno más inmediato, familia y amigos, y a las pocas horas a la semana que podíamos pasar viendo un casi único canal de televisión o escuchando algún programa de radio. Hoy, cualquier niño de diez años en el mundo occidental ha recibido mucha más información que nadie a lo largo de toda la historia pasada. Cosas con las que ningún sabio de la antigüedad se atrevió a soñar, un volumen de información no siempre fácil de gestionar. Estímulos dirigidos a todos sus sentidos: imágenes, sonidos y ritmos de todo tipo. Un tiempo siempre lleno de actividad. Un tiempo libre absolutamente copado, que se combina con numerosas series, largas y absorbentes partidas de videojuegos y todo tipo de aplicaciones para llenar sus móviles, tabletas y cabezas.

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1. ¿Qué razón de ser tiene la enseñanza diferenciada?

La escuela diferenciada organiza su actividad separando a los niños y las niñas considerando que esa práctica educativa favorece las oportunidades de cada sexo, al desactivarse en gran medida en el aula las presiones de género y potenciar con ello la igualdad, así como la expresión libre y plural de chicas y de chicos, evitando que los estereotipos y prejuicios de género frenen sus intereses naturales y espontáneos.

La educación diferenciada no trata de volver a la vieja escuela separada de épocas anteriores, en la que había un diferente plan de estudios para cada sexo y se les preparaba para diferentes papeles en la sociedad. La escuela diferenciada del siglo XXI responde a la participación activa de varón y mujer en total igualdad en todos los ámbitos de la sociedad y busca facilitar el aprovechamiento de las diferentes formas de aprendizaje de chicos y de chicas durante algunas etapas de su desarrollo en la infancia o la adolescencia.

Chicos y chicas presentan diferencias en su ritmo de desarrollo, en su forma de aprender, en el procesamiento de las emociones y en sus motivaciones e intereses. Algunas de esas diferencias son de orden natural, otras proceden del entorno cultural y otras obedecen a estereotipos muy arraigados. En todo caso, la educación diferenciada tiene en cuenta esas diferencias a la hora de definir y concretar las estrategias de enseñanza y aprendizaje más idóneas para alumnas y alumnos, en particular en todo lo que se refiere al impulso de la educación en la igualdad.

Se trata de una apuesta pedagógica que en las últimas décadas han asumido con éxito instituciones educativas muy diversas en todo el mundo, con excelentes resultados académicos y de socialización. Su presencia, aunque habitualmente minoritaria, añade pluralidad al panorama educativo, pues donde coexistan educación mixta y diferenciada siempre se podrán atender mejor las diferentes demandas de cada alumno y cada familia.

2. ¿En qué son diferentes los chicos y las chicas, dejando aparte las diferencias físicas?

Dejando efectivamente aparte las diferencias físicas, hay datos estadísticos empíricos que muestran diferencias importantes, de diverso tipo.

Por ejemplo, los resultados PISA (evaluación internacional realizada cada tres años en países de la OCDE y otros asociados, sobre competencias a los 15 años en lectura, matemáticas y ciencias) muestran diferencias significativas entre chicos y chicas, en todos los países y en todas las áreas (Informe PISA 2018, capítulos 3 y 4). ¿A qué se deben? No hay una respuesta unívoca. Se pueden hacer hipótesis que ofrecen explicaciones más o menos convincentes, pero, en todo caso, los datos que evidencian esas diferencias son claras y están ahí.

Por ejemplo, los resultados de PISA de las chicas de España en lengua son bastante superiores a los resultados de los varones de Finlandia (el país europeo tradicionalmente estrella en resultados académicos). Eso quiere decir que las diferencias entre los chicos y las chicas dentro de un país son mayores que las diferencias entre los países que están muy distantes en las tablas de resultados en una materia. ¿Por qué? No es fácil saberlo, pero es un hecho empírico comprobable.

Hay más datos interesantes. Por ejemplo, los datos PISA muestran que la brecha entre chicos y chicas no se acortan con el paso de los años, sino que, por el contrario, aumentan en muchos casos. Y todo ello en un escenario de enseñanza mixta en casi el 99% de todo el entorno internacional del estudio PISA. Quizá puede concluirse que la enseñanza en general, y la enseñanza mixta en particular, no está teniendo demasiado éxito en este punto en su lucha contra la desigualdad entre hombres y mujeres.

Los centros de educación diferenciada están más especializados en atender esas diferencias, y por eso, como veremos más adelante, esa brecha de género se amortigua considerablemente.

3. ¿Hay mucha diferencia en los resultados académicos entre chicos y chicas?

Hay diferencias bastante significativas, que están reflejadas claramente en los datos estadísticos oficiales en todo el mundo, y que son bien conocidas por todos los que trabajan en la enseñanza.

Según la edición 2014 del Informe Cifras de la Educación en España del Ministerio de Educación, la tasa de idoneidad a los 15 años, es decir, quienes no habían repetido ningún curso, era un porcentaje del 66,8% en mujeres y del 56,9% en varones. Por cada 100 varones de 15 años que no hubieran repetido, había 117 mujeres.

Si nos fijamos en ese mismo dato en el resto de Europa, podemos ver que en la República Checa en 2009, los chicos que repitieron curso en primaria y secundaria representaban el 63% de la totalidad del alumnado repetidor (por cada 100 chicas repetidoras había 170 chicos repetidores). En Alemania el 58%. En Estonia, el 62%. En Italia el 69%. En Letonia, el 67%. En Lituania, el 70%. En Polonia el 66%. En Eslovenia, el 68% (EACEA P9 Eurydice, 2010, p. 76).

Volviendo a España, y según el mismo Informe “Cifras de la Educación en España”, un 80,4% de chicas acceden al Bachillerato, y solo un 57,6% de chicos. Por cada 100 varones que acceden al Bachillerato, lo hacen 140 mujeres. Eso hace que en Formación Profesional de Grado Medio haya más varones que mujeres (38,3% frente a 32,3%).

Si nos fijamos en la tasa bruta de población que logra titularse en Bachillerato, son el 57,5% de chicas y el 43,5% de chicos. Por cada 100 varones que concluyen el Bachillerato, hay 137 mujeres.

A los 21 años, hay un 37% de chicas matriculadas en la universidad, y solo un 26,7% de chicos. Por cada 100 varones universitarios de 21 años, hay 138 mujeres. Eso hace que se equilibren los porcentajes en el acceso a la Formación Profesional de Grado Superior, donde las tasas brutas de escolarización son casi idénticas entre hombres y mujeres (30,4% y 30,7%).

En cuanto al abandono educativo temprano (población de 18 a 24 años que no ha completado el nivel de Enseñanza Secundaria y no sigue ningún tipo de educación-formación), es del 20,8% en chicas y 28,8% en chicos. Por cada 100 mujeres que abandonan, lo hacen 138 varones.

Si nos fijamos en los datos de fracaso escolar por comunidades autónomas en España, según el informe publicado por el Consejo Escolar del Estado (Junta de Participación de los Consejos Escolares Autonómicos y del Estado, 2011, Cuadro nº 7), hay varias comunidades autónomas en las que el fracaso escolar de los varones es más del doble que en las mujeres. Y si nos fijamos en ese mismo dato en el conjunto de la Unión Europea (EACEA P9 Eurydice, 2010, p. 77), los resultados van en la misma línea.

En el Reino Unido, donde hay un seguimiento histórico muy detallado de los resultados académicos anuales, las diferencias entre chicos y chicas son importantes y la brecha no parece cerrarse con los años, sino que se mantiene (Gender and education: the evidence on pupils in England, Department for Education and Skills on behalf of HM Government, 2007, p. 73):

Y resulta interesante ver que el vuelco se produjo en los años sesenta, y aumentó sobre todo en los ochenta, coincidiendo en el tiempo con la generalización de la enseñanza mixta. Desde el año 2000 ha comenzado a descender muy lentamente, pero sigue siendo una brecha de género muy importante.

Si nos fijamos en quienes sacan mejores resultados en el Reino Unido, también se aprecia una diferencia considerable, que se mantiene en el tiempo y se está incrementando (The Statistics Portal).

En cuanto a los estudios universitarios en España, según el informe del Ministerio de Educación “Datos y Cifras del Sistema Universitario español”, el 54,8% de los que superan las pruebas de acceso a la universidad son mujeres y el 45,2% son varones (página 23). Esa diferencia se incrementa si nos fijamos en los que concluyen su grado universitario: 63,6% mujeres y 36,4% varones (página 42). Todo esto indica por cada 100 varones que aprueban las pruebas de acceso a la universidad lo hacen 121 mujeres. Y por cada 100 estudiantes varones de Grado egresados hay 175 mujeres.

En la Formación Profesional, esta diferencia según el sexo es aún más acusada. Por ejemplo, según los datos del curso 2007/08 de la Comunidad de Madrid, un 3,2% de las chicas abandonan sin acabar un Ciclo de Grado Medio, frente a un 29,7% en el caso de los chicos (por cada 100 chicas que abandonan un Ciclo de Grado Medio, abandonan 928 chicos). En los Ciclos de Grado Superior, abandonan 9,6% de chicas y 20,1% de chicos (por cada 100 chicas que abandonan un Ciclo de Grado Superior, abandonan 209 chicos).

Puede decirse que el fenómeno afecta en España a todas las enseñanzas y a todo el territorio, independientemente del nivel socioeconómico y del color político de los diferentes gobiernos regionales, y trasciende también nuestras fronteras.

Así lo confirma un meta-análisis realizado por unos investigadores de la universidad canadiense de New Brunswick (Daniel Voyer and Susan Voyer, “Gender Differences in Scholastic Achievement: A Meta-Analysis”, 2014) que abarca 369 estudios y cubre en total una población de un millón de estudiantes de treinta países diferentes. El estudio no deja lugar a dudas: ellas obtienen mejoras notas en todas las asignaturas. El hecho es incuestionable, y las administraciones educativas lo reflejan con toda claridad en sus estudios estadísticos, aunque luego pocos se aventuran a hablar sobre las posibles causas o soluciones.

4. ¿Cómo son esas diferencias entre chicos y chicas en cuanto a preferencias por unas u otras materias?

En cuanto a preferencias por materias, hay muchos datos estadísticos que apuntan considerables diferencias entre chicos y chicas. Por ejemplo, en el ya citado informe del Ministerio de Educación “Datos y Cifras del Sistema Universitario español”, puede verse que el número de chicos que cursan carreras técnicas es más del doble que de chicas, y que en las carreras de ciencias de la salud sucede lo contrario.

Estas diferencias son más acusadas al considerar las especialidades de Formación Profesional que eligen chicos o chicas (Edición 2014 del Informe “Cifras de la Educación en España”, D6).

Esas diferencias en preferencias no son ninguna sorpresa, como puede comprobarse en cualquier estudio sobre las profesiones preferidas por niños y niñas. Por ejemplo, en la encuesta de ADECCO (X Encuesta Adecco, “¿Qué quieres ser de mayor?”) puede verse que, como ha ocurrido año tras año, las diferencias entre ambos sexos son bastante claras. Los varones aspiran a desempeñar trabajos relacionados con el deporte, las fuerzas del orden y la seguridad pública, las tecnologías y las ingenierías; y en las chicas predominan las profesiones relacionadas con la educación, seguidas de las vinculadas a la sanidad, el mundo del espectáculo y las profesiones que tienen que ver con el mundo animal, el diseño y la belleza.

Si pasamos a hablar del rendimiento académico, también hay bastantes diferencias entre chicos y chicas en los resultados en determinadas materias en Secundaria. En el estudio PISA 2012 puede verse que en matemáticas las chicas se quedan atrás, con una diferencia de 9 puntos respecto a los varones (página 105).

En cambio, en escritura, lengua y comprensión lectora, los chicos quedan 35 puntos por detrás de las chicas (página 107). Estas diferencias entre chicos y chicas se manifiestan de un modo significativo en todos los países, se mantienen en el tiempo, se presentan en modelos educativos bastante diversos, y también en países con niveles de inversión en educación muy dispares.

No parece que esas diferencias se deban tampoco a una antigua herencia cultural que se esté diluyendo, como algunos apuntan, pues se observa, por el contrario, un efecto que se mantiene y que incluso se acrecienta con el paso del tiempo en todo el mundo occidental, como señala con rotundidad el Informe PISA 2012 (PISA 2012, “Informe español, Resultados y contexto”, p. 194). Tanto en España como en el conjunto de los países de la OCDE, han aumentado las diferencias entre las puntuaciones medias en lectura que obtienen los chicos y las que obtienen las chicas, siempre a favor de estas últimas, como puede verse en dicho informe (página 195), que reproducimos a continuación. En el año 2000 las chicas obtuvieron 24 puntos más que los chicos en España y 32 puntos más en el conjunto de la OCDE. Esa diferencia ha aumentado en 2012 hasta 29 puntos en España y 38 en la OCDE.

Podría pensarse también que esas diferencias entre chicos y chicas pueden deberse a una inercia de antiguas diferencias socioeconómicas que aún perduran en el tejido social, pero el Informe PISA se apresura a señalar que no es así (PISA 2012, “Informe español, Resultados y contexto”, p. 105), y lo ejemplifica con el caso de Finlandia, un país con escasa influencia de su índice socioeconómico y cultural en el rendimiento de su alumnado, y en el que precisamente hay una gran diferencia entre chicos y chicas en lectura: las alumnas de este país obtienen de media alrededor de 62 puntos más que los alumnos, cuando, como hemos dicho, esa brecha es de una media 38 puntos en el conjunto de la OCDE.

De este breve repaso podemos concluir que hay una diferencia muy notable a favor de las chicas en los resultados académicos globales. Y en las áreas lingüísticas, esas diferencias son muy grandes, equivalentes a casi dos años de enseñanza, lo cual apunta a una de las razones por las que hay en el aula tanta heterogeneidad: en las clases de lengua, es como si media clase (las chicas) estuviera dos cursos por delante de la otra mitad de la clase (los chicos).

El Informe PISA-España recomienda a la comunidad científica española la realización de estudios minuciosos que ayuden a descifrar las causas de esta brecha entre sexos, que necesita una certera actuación, pues la diferencia va en aumento y no hay muchos estudios sobre qué conviene hacer. Y no parece que la enseñanza mixta esté siendo una solución para esto, como algunos pensaban unas décadas atrás, pues esa brecha de género sigue creciendo en un entorno generalizado de enseñanza mixta de ya casi medio siglo.

5. ¿No es una buena noticia que, por fin, la mujer vaya por delante del varón?

Puede sin duda considerarse una buena noticia el hecho de que, después de tanto tiempo en que la mujer ha sido postergada en tantos ámbitos, ahora veamos que obtiene mejores resultados académicos y que está cada vez más presente y de modo más brillante en la universidad y en la vida profesional, pública y social, donde tiene tanto que aportar en un mundo que durante siglos se ha construido demasiado sustentado sobre la sensibilidad y los intereses del varón.

Pero si se hace un análisis un poco más profundo, es una buena noticia con un recorrido limitado. Por ejemplo, no creo que sea satisfactorio para la mujer ver que sus hijos varones sean víctimas de un preocupante problema que cada vez se presenta con más claridad. O que sus hijas busquen pareja entre varones que cada vez pasan por más dificultades.

No debemos dejar de considerar que algo grave está pasando con el varón y es preciso pensar cómo ayudarle a superar la crisis en que se encuentra inmerso. Si se busca la igualdad, debe estudiarse cuáles son las razones por las que sucede todo esto, aunque solo fuera porque llegará un momento, a no mucho tardar, en que la crisis del varón incidirá mucho en el conjunto y lastrará el avance de todos, también de la mujer. Así lo comentaba la investigadora alemanda Barbara Ischinger, directora de educación y competencias de la OCDE, en una visita a Nueva Zelanda con motivo de “El día de la mujer”:

En el día Internacional de la mujer, en mi visita a Nueva Zelanda, sugerí que deberíamos empezar a prestar más atención a los chicos. Los chicos andan perdidos y no sabemos realmente cuál es la razón. Fue interesante leer en un reciente informe cómo la mayoría de los chicos entrevistados sentían vergüenza al formular preguntas delante de sus compañeras. ¿No habían dicho ya las mujeres anteriormente que la presencia de chicos en clases les hacía participar menos? Hemos hecho ya mucho por las mujeres y los resultados están a la vista de todos. Las mujeres, de media, consiguen mejores resultados que los varones y ya son más mujeres que hombres las que se gradúan. Obviamente hay más espacio para la mejora: tan solo hay que echar un vistazo a los salarios o que en el sector privado aún es más común encontrar que las mujeres son una minoría. No pretendo decir que debamos mirar a los avances en los derechos de la mujer y decir que la batalla está ganada. No es así. Pero sí añadiría que el balance no será bueno si ganamos por un lado mientras perdemos por otro. ¿Estoy centrándome demasiado en los varones cuando es el día Internacional de la mujer? No lo creo. Es solo una cuestión de potenciación: si tenemos las mismas oportunidades todos seremos conscientes de nuestro potencial individual, y eso no es una cuestión de género (Barbara Ischinger, 2013).

6. ¿Es cierto que la educación diferenciada tiene mejores resultados académicos?

Hasta ahora hemos hablado de que las chicas tienen ordinariamente mejores resultados académicos que los chicos, tanto en aulas mixtas como en diferenciadas. Ahora entramos en otra cuestión diferente, de contraste académico de conjunto entre la escuela mixta y la escuela diferenciada.

Que la educación diferenciada tiene mejores resultados académicos es una realidad reconocida hasta por los mayores detractores de la escuela single-sex. De hecho, suele ser la introducción de sus reticencias hacia la educación diferenciada: casi siempre empiezan diciendo que la educación diferenciada tiene mejores resultados académicos…, pero que los resultados académicos no lo son todo, ni siquiera lo más importante. En esto último podríamos estar bastante de acuerdo, pues es cierto que los resultados académicos no son lo único ni lo más importante que se espera de la escuela; ni tampoco lo justifican todo, pues la educación debe atender a muchos otros aspectos, como la socialización, la educación en la igualdad y la transmisión de otros muchos valores muy importantes. Pero eso lo dejamos para un momento posterior, para responder ahora a la pregunta de si efectivamente los resultados académicos son mejores o no.

En España no hay evaluaciones generales que permitan observar con facilidad esa diferencia de un modo global. Hay que remitirse a datos un tanto heterogéneos y no es fácil acceder a datos más específicos. Puede decirse, por ejemplo, que la gran mayoría de los casi dos centenares de centros españoles de educación diferenciada tienen un abandono temprano inferior al 1%, y ese porcentaje no llega al 7% en los colegios que están situados en los distritos con mayores dificultades, cuando en su mismo entorno esas cifras son mucho mayores. Hay unos estudios referidos a Cataluña publicados por EASSE que contienen datos bastante concluyentes a este respecto (EASSE, “La educación diferenciada, oportunidades e indicadores”, 2011, pp. 3 y 7-9). Podría añadirse que en el ranking de los 100 mejores colegios españoles elaborado cada año por el diario El Mundo, salen habitualmente entre 15 y 20 escuelas diferenciadas (17 en el publicado en 2014, 16 en el publicado en 2018, etc.).

Para basarnos en datos más amplios y contrastados, conviene acudir a los resultados en otros países, en especial en el mundo anglosajón. Por ejemplo, en los rankings de las mejores escuelas del Reino Unido publicados en 2013 (ABC, 11-09-2013), siete de las diez escuelas públicas británicas con mejores resultados académicos eran de educación diferenciada: cuatro eran colegios de chicos y tres de chicas. Este liderazgo de las escuelas single-sex en la red pública (que incluye en Gran Bretaña a centros laicos y religiosos) es aún mayor en la educación privada, donde nueve de los diez centros con mejores resultados académicos eran colegios solo para chicos (dos) o solo para chicas (siete). Los resultados de los exámenes generales de Secundaria, conocidos como Certificado General de Educación Secundaria (GCSE por sus siglas en inglés), reflejan cada año el buen rendimiento académico de los colegios de educación diferenciada, pese a que representan una minoría en el sistema (solo el 2% de los centros de la red pública y el 12% de los colegios privados son diferenciados). Si nos fijamos en los datos de ese año, de los 25 colegios públicos con mejores notas, 15 son single-sex. Y de los 25 centros privados con mejores resultados, 21 son single-sex.

Antes, en otro estudio respaldado por el gobierno británico publicado en 2009 (The Telegraph, 18-03-2009) que analizaba los resultados en Secundaria de 71.286 alumnas de escuelas femeninas frente a los de 647.691 niñas en escuelas mixtas, se concluye que las escuelas femeninas tienen mejores resultados. La investigación realizada por la Good Schools Guide confirma que las niñas se benefician de ser educadas en escuelas diferenciadas. Estos datos hicieron que entidades como la Girls’ School Association y la Girls’ Day School Trust reclamaran una mayor atención a las escuelas single-sex, que han disminuido desde 2.500 que había en 1960 a unas 400 en la actualidad.

Está claro que hay muchos modos de hacer un ranking de escuelas, y que según los criterios que se emplean salen listas diferentes. Pero, sean cuales sean esos criterios, una y otra vez salen resultados similares. Puede observarse, por ejemplo, viendo los resultados de las mejores escuelas por resultados de GCSE Grades A* and A (Best UK Schools), o A Level Passes Grade A* and A (Best UK Schools), o viendo si han llegado a cinco resultados entre C y A*, o en los resultados generales en A Level (BBC News, “Top 50 grammar schools”), pero en todos los casos las escuelas mixtas raramente superan el 30% de los puestos en esos ranking, pese a ser mayoritarias en número, tanto en escuelas públicas como privadas. En el ranking de 2019 de las 100 mejores escuelas británicas independientes por resultados A-levels (cfr. Top 100 Independent Schools by A Levels and Pre U) 61 son single-sex. En el ranking por resultados GSCE (cfr. Top 100 Independent Schools by GCSE), hay 71 single-sex entre las 100 mejores. Si nos fijamos solo en Londres (cfr. London Independent Schools by A Levels and Pre U) hay 69 entre las 100 primeras.

Según estudio realizado por The Guardian en 2019 sobre las 100 Best Independent Schools in the UK: GCSE, 60 eran single-sex. Hemos dicho que solo el 12% de las escuelas independientes son single-sex, y en casi todos estos ranking salen del orden del 60-70%, lo que supone que las escuelas single-sex tienen una presencia al menos cinco veces superior a la media.

En otro ranking de las mejores escuelas estatales publicado por The Telegraph con los A-level results 2015 puede verse que entre las 100 primeras escuelas hay 59 escuelas diferenciadas (37 de chicas y 22 de chicos); teniendo en cuenta que solo un 2% de las escuelas públicas son diferenciadas, entre 100 debería haber proporcionalmente solo 2 escuelas diferenciadas, y hay 59, luego en el ranking hay casi 30 veces más de escuelas single-sex que su proporción natural. En ese mismo estudio de The Telegraph en 2016, de las 20 primeras, 19 eran single-sex. Otro estudio publicado por The Times en 2017 señala también 19 entre las 20 mejores escuelas públicas según los resultados GCSE (cfr. Single-sex schools stay top of the class”, The Times, 20 enero 2017).

Otro estudio publicado en Irlanda en 2019 por el Sunday Independent señala que las escuelas single-sex superan a las escuelas mixtas en porcentaje de alumnos que llegan a la universidad. Analizando los datos de los últimos diez años en todo el país, el 44,2% de las niñas y 42,3% de los niños se matriculan en la universidad, frente al 33% en los colegios mixtos (cfr. Single-sex top of class with college success”, Independent, 17 enero 2019).

Hay otros países que publican resultados de las escuelas y donde hay costumbre de hacer rankings de las que tienen mejores resultados, como Canadá y Nueva Zelanda. En ambos casos, como veremos después, los resultados de las escuelas single-sex son notoriamente mejores.