El mes pasado hablábamos de los diversos modos de ejercer la autoridad, y de cómo, aunque las personas y las situaciones sean muy distintas, hay bastantes rasgos de carácter que casi siempre confieren autoridad y son muy positivamente valorados por casi todo el mundo.
Por ejemplo, son importantes la paciencia, la sensibilidad y la consideración con los demás. O la disposición a aprender de otros, que hace que actuar con clara conciencia de que no solemos tener todos los datos, ni todos los puntos de vista, ni todas las experiencias que pueden aportarnos los demás. O la aceptación de las personas como son, sin pretender que todos tengan los mismos gustos y preferencias que nosotros. O la corrección en el trato, ajena a actitudes habitualmente tensas o cortantes.
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