Llucià Pou Sabaté, “Eutanasia… ¿qué es la muerte dulce?”, 27.XII.2004

Tim O’Brien escribió en 1990 “Las cosas que llevaban los hombres que lucharon”, preciosa novela sobre la supervivencia de un soldado (depende de lo que lleva). En la guerra, la línea que separa la vida de la muerte es más tenue que nunca. Aparte de lo que lleva en la mochila, carga con su memoria, recuerdos, amuletos, fantasmas del pasado, objetos triviales que no le dejan olvidar que hay otra vida más allá de la guerra. En el capítulo “Amigos” habla de cómo Dave Jensen y Lee Strunk se hicieron amigos en el campo de batalla y se confiaron sus vidas, “hicieron el pacto de que si uno de los dos resultaba gravemente herido –como para tener que ir en silla de ruedas-, el otro, automáticamente, se encargaría de liquidarlo. Por lo que vi, hablaban en serio. Lo dejaron escrito en un papel, que firmaron junto con un par de compañeros a los que pidieron que hicieran de testigos. Y entonces, en octubre, Lee Strunk pisó una granada de mortero enterrada como si fuera una mina. Le arrancó la pierna derecha hasta la rodilla… Dave Jensen se acercó y se arrodilló junto a Strunk… hubo dudas acerca de si Strunk seguía vivo, pero al fin abrió los ojos y los alzó hacia Dave Jensen.

‘-¡Dios mío!’ –gimió, y trató de alejarse deslizándose y dijo-: ‘¡Por Dios, chico, no me mates!’ –‘Tranquilo’ –dijo Jensen. Lee Strunk parecía mareado y confundido. Se quedó quieto un instante y después hizo un gesto hacia la pierna: -‘En realidad, no es muy grave. No es el fin. ¡Eh, en serio… pueden volver a cosérmela… en serio!’ –‘Es cierto. Me juego algo a que pueden’. –‘¿Lo crees?’ -¿Por supuesto que sí’.

Strunk frunció el entrecejo hacia el cielo. Volvió a desmayarse, después despertó y dijo: -‘¡No me mates!’ –‘No lo haré –dijo Jensen.

–‘Hablo en serio.’ –‘Por supuesto’.

–‘Pero tienes que prometerlo. Júramelo: jura que no me matarás’.

Jensen asintió y dijo: ‘-Lo juro’.

–Y un momento después llevamos a Strunk al helicóptero. Jensen tendió la mano y le tocó la pierna buena-: ‘Vete tranquilo’ –dijo. Más tarde nos enteramos de que Strunk murió en algún sitio sobre Chu Lai, lo que pareció aliviar a Dave Jensen de un peso enorme”.

Un estudio del Instituto de Tumores de Milán (datos del 2001, publicados en el diario italiano “Avvenire”) refleja que de novecientos pacientes seguidos en ese año, sólo uno pidió que se le ayudara a morir. Y este único enfermo, cuando tuvo tratamientos paliativos que mitigaron el dolor, cambió de idea. Sigue diciendo el estudio que entre los enfermos de cáncer, el índice de suicidios es inferior a la media de la población sana (17.964 pacientes investigados en Italia en estos años por el Instituto de Tumores de Milán, cinco suicidios, es decir el 0,027% y una media similar se da en otros países europeos). Concluyen los autores de ese estudio que, mientras los medios de comunicación se hacen eco de las campañas en favor de la eutanasia para estos enfermos terminales, en los pasillos de los hospitales no suele ser un argumento frecuente: más bien el estudio constata que el cáncer desarrolla en la persona un fuerte apego a la vida. Franco De Conno, responsable de Terapias Paliativas de ese Instituto, afirma que más allá de la legitimidad o no de la eutanasia «el problema es ofrecer a todos la posibilidad de soportar la enfermedad sin sufrimientos inútiles».

La práctica de eutanasia a una persona en Holanda cuesta 3.600 dólares, y explica De Conno que es «un negocio para las clínicas que la practican, así como para las empresas de seguros y para el servicio sanitario que así se liberan del peso de la asistencia a un enfermo que, cuando no es asistido adecuadamente, la única cosa que pide es morir cuanto antes». La estancia diaria de un paciente terminal en un hospital de la red sanitaria pública italiana cuesta unos 180 dólares al día. Y la eutanasia podría ser una tentación para solucionar un problema de mantenimiento del sistema público, si no se atiende bien a alguien, éste pide morir y se complacen sus deseos: se ahorraría Hacienda devolver a determinadas personas lo que recibió de ellas como cotización de Seguridad Social.

La novela citada en el principio cuenta los recuerdos que quedan en la memoria, y de los que está hecha la vida, con una imagen de cuando patinaba, cuando de pequeño le llamaban Timmy: “Soy joven y feliz. Nunca moriré. Estoy deslizándome por la superficie de mi propia historia, moviéndome deprisa, viajando sobre el hielo derretido bajo la hoja de los patines, y cuando doy un largo salto hacia la oscuridad y aterrizo treinta años después, advierto que es como si Tim tratara de salvar la vida de Timmy con una historia”. Acaba así, con un canto a la esperanza que hemos de fomentar día a día, afrontando la vida y haciendo el bien, que nos lleva luego a ese otro mundo donde no hay ya muerte…

Amy Welborn, “Descodificando a Da Vinci”, Palabra, X.2004

Los hechos reales ocultos en “El Código DaVinci”

“Ignorar las Escrituras es ignorar a Cristo”. SAN JERÓNIMO Prólogo a Isaías Índice Prólogo Cómo usar este libro

Introducción
Capítulo 1.Secretos y mentiras
Capítulo 2. ¿Quién seleccionó los Evangelios?
Capítulo 3. Elección divina
Capítulo 4. ¿Reyes derrocados?
Capítulo 5. María, llamada Magdalena
Capítulo 6. ¿La era de las diosas?
Capítulo 7. ¿Dioses robados? El cristianismo y las religiones mistéricas
Capítulo 8. ¿Seguro que ha entendido correctamente a Leonardo?
Capítulo 9. El Grial, el Priorato y los Caballeros Templarios
Capítulo 10. El código católico
Epílogo: ¿Por qué importa?

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William Shea, “El caso Galileo en un contexto nuevo”, Alfa y Omega, 27.I.2005

Religión y ciencia son dos asuntos cuya capacidad de convocatoria en la opinión pública es cada vez más creciente. El conflicto que en el pasado las había confrontado parece haberse esfumado. El mismo caso Galileo, que representa el momento de mayor tensión entre ambas, se encuadra en un contexto nuevo. Hoy aparece como un acontecimiento sobre el que se ha especulado durante largo tiempo, y que debe ser juzgado con mayor objetividad. Los documentos de los Archivos Vaticanos no concuerdan con lo que la propaganda decimonónica anticlerical dice de este episodio. Lo afirma, en esta entrevista concedida al diario Avvenire, el profesor William Shea, quien, después de haber enseñado en Cambridge y en Harvard, ocupa hoy la misma cátedra de Historia de la Ciencia que ocupó Galileo, en Padua.

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La hora de la verdad sobre la eutanasia

Tim O’Brien escribió en 1990 “Las cosas que llevaban los hombres que lucharon”, una gran novela sobre la supervivencia de un soldado (depende de lo que lleva). En la guerra, la línea que separa la vida de la muerte es más tenue que nunca. Aparte de lo que lleva en la mochila, carga con su memoria, recuerdos, amuletos, fantasmas del pasado, objetos triviales que no le dejan olvidar que hay otra vida más allá de la guerra. En el capítulo “Amigos” habla de cómo Dave Jensen y Lee Strunk se hicieron amigos en el campo de batalla y se confiaron sus vidas, “hicieron el pacto de que si uno de los dos resultaba gravemente herido –como para tener que ir en silla de ruedas-, el otro, automáticamente, se encargaría de liquidarlo. Hablaban en serio. Lo dejaron escrito en un papel, que firmaron junto con un par de compañeros a los que pidieron que hicieran de testigos. Y entonces, en octubre, Lee Strunk pisó una granada de mortero enterrada como si fuera una mina. Le arrancó la pierna derecha hasta la rodilla… Dave Jensen se acercó y se arrodilló junto a Strunk… hubo dudas acerca de si Strunk seguía vivo, pero al fin abrió los ojos y los alzó hacia Dave Jensen. ‘-¡Dios mío!’ –gimió, y trató de alejarse deslizándose y dijo-: ‘¡Por Dios, chico, no me mates!’ –‘Tranquilo’ –dijo Jensen. Lee Strunk parecía mareado y confundido. Se quedó quieto un instante y después hizo un gesto hacia la pierna: -‘En realidad, no es muy grave. No es el fin. ¡Eh, en serio… pueden volver a cosérmela… en serio!’ –‘Es cierto. Me juego algo a que pueden’. –‘¿Lo crees?’ -¿Por supuesto que sí’. Strunk frunció el entrecejo hacia el cielo. Volvió a desmayarse, después despertó y dijo: -‘¡No me mates!’ –‘No lo haré –dijo Jensen. –‘Hablo en serio.’ –‘Por supuesto’. –‘Pero tienes que prometerlo. Júramelo: jura que no me matarás’. Jensen asintió y dijo: ‘-Lo juro’. –Y un momento después llevamos a Strunk al helicóptero. Jensen tendió la mano y le tocó la pierna buena-: ‘Vete tranquilo’ –dijo. Más tarde nos enteramos de que Strunk murió en algún sitio sobre Chu Lai, lo que pareció aliviar a Dave Jensen de un peso enorme”.

Ignacio Sánchez Cámara, “Llamado a la misión”, Congreso Apostolado Seglar, 13.XI.2004

Cristianismo y cultura moderna. Las dificultades para la difusión del mensaje cristiano.

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Joseph Ratzinger, “El laicismo está poniendo en peligro la libertad religiosa”, Zenit, 19.XI.2004

El cardenal Joseph Ratzinger constata que el laicismo está poniendo en peligro el derecho a la libertad religiosa. En una entrevista concedida al diario «La Reppublica» este viernes el prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, constata que «existe una agresividad ideológica secular, que puede ser preocupante».

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Joseph Ratzinger, “La fuerza de la razón contra el relativismo”, Aceprensa, 17.XI.04

Las raíces cristianas de Europa, las pretensiones del laicismo y los desafíos éticos que presentan los avances biomédicos fueron algunos temas de un coloquio entre el cardenal Joseph Ratzinger, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, y el historiador Ernesto Galli della Loggia, catedrático de la Universidad de Perugia y columnista habitual del diario “Corriere della Sera”. Ofrecemos algunos pasajes del diálogo, que tuvo lugar el pasado 25 de octubre, organizado en Roma por el Centro de Orientación Política. La síntesis que se ofrece ha sido realizada por Aceprensa partiendo de la amplia transcripción del diálogo publicada por el diario “Il Foglio” (27 y 28 de octubre de 2004).

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Fernando Sebastián, “Iglesia en democracia”, Alfa y Omega nº 421, 21.X.04

Con frecuencia, los católicos tenemos que oír que no estamos acomodados a la vida democrática. Esta acusación puede producir inseguridad y malestar en algunos de nosotros. Vale la pena que nos preguntemos seriamente si la fe cristiana dificulta realmente el desarrollo de una cultura democrática…

Si esto fuera así, sería difícil de explicar que la democracia haya nacido precisamente en el seno de los países de cultura cristiana. Sin exageración, podemos decir que los principios que rigen la vida democrática han nacido del cristianismo. La igualdad y los derechos de las personas, la soberanía de los pueblos, el concepto de autoridad como servicio al bien común y no como simple dominio o imposición, la igualdad de todos ante la ley, todo esto, nace históricamente de la experiencia cristiana y de los valores morales del cristianismo. Incluso cuando semejantes ideas se afirman contra la Iglesia, quienes las defienden son hijos de la tradición y de la cultura cristianas.

No es difícil mostrar la compatibilidad entre la Iglesia y la vida cristiana con la organización democrática del Estado. El Estado democrático se organiza como defensor y protector de las libertades de los ciudadanos. Entre estas libertades o derechos de los ciudadanos están universalmente reconocidas como algo esencial la libertad de conciencia y la libertad religiosa. Ahora bien, la Iglesia, que ha sabido vivir en todas las épocas y situaciones de la Historia, entiende que, en las sociedades modernas y democráticas, puede y debe vivir en el espacio de la libertad religiosa plenamente reconocida, sin privilegios ni discriminaciones de ningna clase. Los ciudadanos son quienes, en virtud de su propia decisión personal, abren el espacio necesario para que la vida religiosa y moral tenga un lugar en la sociedad, y las instituciones civiles puedan legítimamente tratar con las instituciones religiosas, que representan en materia religiosa la voluntad y los derechos civiles de los ciudadanos.

Desde estos principios, en los momentos de transición política, asumimos los españoles la figura de un Estado no confesional. Algo bastante diferente del Estado laico de tradición francesa. El Estado democrático no confesional es aquel que, sin tener ninguna religión como propia, protege positivamente la práctica religiosa de sus ciudadanos como parte del bien común, sin imponer preferencias ni rechazos que no vengan impuestos por las exigencias del bien común o del orden público. Aunque el Estado no sea confesional, la sociedad sí puede serlo, tal como lo decidan libremente los ciudadanos en el legítimo derecho de su libertad en materias religiosas. Ellos son quienes, en el ejercicio de su libertad, dan un determinado tono religioso a la vida social. Dentro del patrimonio cultural y espiritual de una sociedad entran de manera relevante las tradiciones religiosas y las convicciones morales de sus ciudadanos, su propia historia espiritual y religiosa. El Estado sirve y protege la libertad de los ciudadanos y, por tanto, también la vida religiosa que ellos libremente quieran tener y desarrollar. Un Estado no beligerante en materias religiosas no puede imponer ni excluir una determinada confesión en contra de otra, ni tampoco ignorarlas a todas en favor de una pretendida confesión de laicismo. Esto es exactamente lo que dice el artículo 16 de la actual Constitución española.

En el momento de la transición, muchos pensábamos que, con la nueva situación social de la Iglesia, iría desapareciendo el anticlericalismo y las diferencias de sensibilidad religiosa dejarían de ser un problema en la nueva sociedad democrática. Pero parece que no es así. Un movimiento de reacción contra la antigua situación de confesionalidad estatal, en la que no se reconocía plenamente el derecho a la libertad religiosa, sigue dando argumentos a personas e instituciones para considerar a la Iglesia y a los católicos como un peligro para una sociedad verdaderamente democrática.

Lo que algunos consideramos tratamiento justo de la vida religiosa de los ciudadanos en el marco de la sociedad civil, otros lo consideran como confesionalismo remanente. Para remediarlo propugnan la laicización del Estado y pretenden configurar una sociedad laica, sin ninguna referencia religiosa ni moral, sin otra norma objetiva que el pleno reconocimiento de una omnímoda y quimérica libertad que termina siendo un auténtico nihilismo moral. Ante semejante propósito surgen inevitablemente muchas preguntas. Si el Estado está al servicio de una sociedad concreta, ¿no deben los gobernantes tener en cuenta y favorecer las decisiones y preferencias religiosas y morales de los ciudadanos? ¿Acaso la religión o las religiones libremente profesdas por los ciudadanos no forman parte del patrimonio cultural y espiritual de la sociedad tal como existe en realidad? ¿Acaso los ciudadanos no necesitan una referencia objetiva para encauzar su libertad por los caminos de un progreso auténticamente humano? ¿Es que el legislador no tiene el deber de discernir moralmente lo que verdaderamente favorece el bien común de los ciudadanos? + Fernando Sebastián Aguilar Arzobispo de Pamplona y obispo de Tudela

César Alonso de los Ríos, “Nostalgia de la religión”, ABC, 9.XI.2004

El bautizo civil que acaba de celebrarse en Igualada es algo más que una ocurrencia o un atrevimiento. Al igual que las primeras comuniones festivas, es una muestra de la insatisfacción en la que se encuentran instalados los laicos. Este empeño en invocar lo religioso para justificar o dar realce a ciertos hechos viene a demostrar una inmensa nostalgia religiosa por parte de aquellos que dicen no tener fe. Se reconoce, asimismo, la fuerza seductora que tienen las tradiciones. Se intenta encontrar en los aledaños de la religión los remedios a la frustración que no es capaz de proporcionar el agnosticismo. Es un modo de acercarse a la sombra de la Iglesia, lo que no quita para que, objetivamente, haya que denunciar lo que todas estas prácticas tienen de desconsideración de los sacramentos. Por no decir de agresión. La típica de los bárbaros en un templo…
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Fernando Sebastián, “Vocación apostólica de los fieles laicos”, Congreso Apostolado Seglar, 12.XI.2004

En el discurso de apertura del Congreso de Apostolado Seglar, monseñor Fernando Sebastián, arzobispo de Pamplona, ofreció un marco general para encuadrar la acción apostólica de los seglares, y se refirió a este Congreso diciendo que “no se trata de un Congreso para estudiosos sino para apóstoles”.

El prelado destacó la importancia de los seglares como “zona de encuentro entre la sociedad y la Iglesia, como confluencia real de los sagrado y lo secular, de la fe y la cultura, de la Iglesia y el mundo”.

Para monseñor Sebastián, los seglares “son la presencia más cercana y más profunda de la Iglesia en el mundo y por eso mismo agentes principales del anuncio del evangelio en el mundo y de la construcción del Reino de Dios”.

Aunque admitió que los acuerdos entre la jerarquía de la Iglesia y los poderes civiles son “legítimos, convenientes y hasta necesarios”, sostuvo sin embargo que los instrumentos jurídicos serán “apostólicamente eficientes sólo en la medida en que estén respaldados por un número creciente de cristianos laicos, presentes y operantes en el mundo” que los hagan valer. Continuar leyendo “Fernando Sebastián, “Vocación apostólica de los fieles laicos”, Congreso Apostolado Seglar, 12.XI.2004″