En esta entrevista concedida al diario italiano Avvenire, la escritora italiana Susanna Tamaro juzga «nuestros tiempos díficiles» y la incapacidad de comunicar. Habla la escritora que está a punto de rodar como directora su primer largometraje.
Regreso al corazón -¿Cómo afronta la experiencia de su primer largometraje? Lo vivo como un reto que me llama la atención, porque estoy cansada de trabajar sola, y la literatura es muy dura porque te obliga a una difícil soledad. De todos modos, para mí no es una experiencia muy novedosa, en cuanto que he trabajado diverso tiempo en la dirección realizando documentales. Creo que el cine que se hace hoy día refleja nuestra realidad, un cine a menudo confuso, sin grandes historias y, sobre todo, sin las justas provocaciones.
-Usted ha dicho que sufre por su coherencia de fondo.
Soy siempre sincera. Ésta es una gran mala suerte porque hace sufrir, aunque para mí sea algo natural. Era así de pequeña, no me he tenido que esforzar. Es algo dramáticamente heredado de mi padre. Decir lo que se piensa puede llevar a dificultades y sufrimientos. Pero no se puede cambiar; aun queriendo, no sería capaz.
-Ha estado en el centro de una acusación de plagio por su último libro Rispondimi por parte de una amiga suya escritora. ¿Cómo ha salido de esta historia? Muy mal con la salud. Encuentro abominable que se haya hecho una cosa de tal tipo para hacerse publicidad, y encuentro abominable que la prensa se haya prestado a este juego. He vivido una serie de infamias, por un plagio del cual no había confirmaciones fehacientes.
-Háblenos de su fundación benéfica, aquella que ha querido crear con sus derechos literarios… Cuando he visto que empezaba a ganar mucho, he pensado comprarme una casa y un coche que nunca había tenido, después me planteé el problema de cómo utilizar todo este dinero y entonces pensé en una fundación, que después de las lentitudes burocráticas está finalmente en marcha. Ahora gran parte de mis derechos van a la fundación, que tiene proyectos activos, tanto en Italia como en el extranjero, dirigidos a mujeres, niños y ancianos en dificultad.
-¿Cómo se siente Susanna Tamaro en el actual período histórico, tan conflictivo? El período histórico actual es difícil, muy difícil. Nos decían que el nuevo milenio nos traería paz y esperanza, pero el nuevo milenio lo veo peor que el anterior, hay evidentemente algo que no cuadra.
-¿Qué piensa sobre eso de darle vueltas a las cosas, y de la participación civil del mundo intelectual? No me ocupo mucho de política, pero, de todos modos, creo que cada uno debe actuar según lo que siente, según los principios de ética en cualquier momento de su vida. Si doy vueltas a las cosas, y después en la vida no hago nada, resulta ridículo. Es ridículo manifestarse, si luego no se actúa en la vida. De todos modos, esperemos que estas iniciativas puedan llevar nuevas energías de las que estamos necesitados.
-Según un reciente sondeo, la mayor parte de los italianos parece feliz. ¿Lo piensa usted también? Voy a menudo en tranvía o en autobús por Roma, y verdaderamente me doy cuenta de tener alrededor de mí muchas caras desesperadas, cerradas, de quien no es capaz de crear una relación con quien tiene al lado. Noto una constante incapacidad de comunicar fruto de una sociedad que nos obliga cada vez más a vivir individualmente, y esto resulta ser un gran factor de desequilibrio, dado que nuestra plenitud nace siempre del encuentro. El hecho es que ya no soy capaz de charlar con la gente como hacía antes.
-Se habla mucho de infancia violada. Usted que es una de las escritoras más atentas a esta cuestión, ¿por qué cree que hay tan poco respeto por los niños? Pienso que hoy haya poco respeto a los niños, que se han convertido en objeto de consumo, sencillos consumidores que consumen, tanto y más que los adultos. Ya casi no existe la distinción, incluso física, entre edad y estilos de vida. Veo a niños de 8 años que se visten como los mayores, que tienen sandalias con plataforma, algo que antes era impensable. Y después hay un relativismo moral y ético por el cual, en el fondo, si una cosa te gusta a ti es un bien. El concepto mismo de bien se ha convertido en relativo a lo que te gusta. Sobre este principio, las devastaciones son enormes, y se han encontrado justificaciones para muchas manipulaciones de la realidad. Basta mirar la televisión: me parece de una violencia absoluta todo lo que propone continuamente, como las manipulaciones sexuales, que hacen perder el sentido del pudor que es una parte de nosotros muy importante. Los niños son tratados como contenedores de la basura donde meter de todo.
-¿Qué piensa de la eutanasia? La considero como algo muy grave, porque dado que nosotros no podemos decidir cuándo venir al mundo, no deberíamos tampoco decidir cuándo irnos por voluntad nuestra. Digo siempre que un resquicio abierto puede llegar a ser un abismo, y quizá podremos decidir ante de irnos de vacaciones el asesinar al abuelo. Al mismo tiempo, estoy absolutamente en contra de la obsesión terapéutica, porque es necesario saber aceptar la muerte, siendo capaz de ofrecer analgésicos eficaces para quien sufre, sector que en nosotros está atrasado a años luz.
-¿Cree haber superado las sucesivas críticas al éxito increíble de Donde el corazón te lleve? ¿Es cierto que su escritura se ha endurecido? “Donde el corazón te lleve” fue en realidad acogido, inicialmente, de modo positivo, para después ser criticado al superar las 200.000 copias: evidentemente, era un problema de número y no de calidad. Creo que las críticas se debieron al hecho de que hablo de los sentimientos, y el sentimiento hoy está visto como un tabú más fuerte que el sexo, en cuanto realidad ingobernable, y de la que todos somos analfabetos. El corazón, el amor, es para mí la expresión de la máxima racionalidad. Ha sido un libro muy regalado, porque la gente quería decir las cosas que no era capaz de expresar con palabras, con las palabras del libro. Quien conoce mis libros sabe que Donde el corazón te lleve era un libro crudo y cruel, todo lo contrario a consolador, con una mujer que admite los propios fallos, y una hija que habla de la madre como de una mujer poco inteligente. Quizá en las últimas obras he cambiado el estilo, porque el estilo se debe adaptar a los personajes, pero también eso lo encuentro muy cruel.
-Cristina Campo, personaje que se acerca de muchas maneras a usted, decía que es necesario cultivar la atención como capacidad de tener una mirada real sobre el mundo… La atención es una práctica muy sutil que se manifiesta en el estar siempre abiertos a una disponibilidad, a ser capaz de ver y a estar implicado, a percibir a los otros como seres humanos como nosotros. Vivimos en un período en el que es necesario estar siempre de una parte, y esto lo considero como algo trágico, por lo que, si estás de una parte, eres un enemigo. Es una locura dividirse, estar uno contra otro, porque las divisiones no llevan a ninguna evolución y a ningún cambio útil.
Entrevista publicada en la revista Alfa y Omega nº 316 el 18.VII.02