Un cazador va a África y lleva su perrito Foxterrier para no sentirse solo. Un día, ya en África, el perrito, persiguiendo mariposas, se aleja y se extravía, comenzando a vagar solo por la selva. En eso ve a lo lejos que viene una pantera enorme a todo correr, y al ver que la pantera lo quiere devorar, piensa rápidamente qué puede hacer. Ve un montón de huesos de un animal muerto y se pone a mordisquearlos. Cuando la pantera está a punto de atacarlo, el perrito dice: “¡Uah…, qué rica estaba esta pantera que me acabo de comer!”. La pantera lo escucha y frena en seco, gira y huye despavorida pensando: “¡Este animal casi me come a mi también!”. Un mono que andaba trepando en un árbol cercano y que había visto y oído toda la escena, sale corriendo tras la pantera para contarle cómo había sido engañada por el perrito. Pero el perrito oye al mono chivato. El mono contó todo a la pantera, y esta, muy enojada, le dice al mono: “¡Súbete a mi espalda y busquemos a ese perro maldito, a ver quién se come a quién!”. Y salen corriendo a toda velocidad a buscar al Foxterrier. El perrito ve a lo lejos que vuelve la pantera, ahora con el mono chivato encima. “¿Y ahora qué hago…?”, se pregunta. En vez de salir corriendo, que habría sido su perdición, se queda sentado dándoles la espalda como si no los hubiera visto. Cuando la pantera está a punto de atacarle, el perrito dice: “¡Pero qué mono más sinvergüenza…! Hace media hora que lo mandé a traerme otra pantera y todavía no había aparecido…!”. Como decía Albert Einstein, en los momentos de crisis, sólo la imaginación es más importante que el conocimiento.