Abandono: Es la disposición virtuosa por la que el hombre hace entrega de sí mismo a Dios. Implica confiar en el cuidado amoroso de Dios. Por eso se habla de abandono en manos de la Providencia.
Abnegación: Es el sacrificio (entrega, dedicación) que alguien hace de su voluntad, de sus afectos o de sus intereses, por motivos religiosos. Es practicar la mortificación por el progreso del alma y por amor de Dios y a los demás. Ver “Sacrificio”.
Abstinencia: Virtud moral que inclina la voluntad al uso moderado de los alimentos, particularmente de la carne, según lo sugiera la recta razón o la fe, para el bien moral; en este sentido forma parte de la virtud cardinal de la templanza. Como mandamiento de la Iglesia, obliga a los mayores de 14 años a no tomar carne los viernes, aunque fuera de la Cuaresma se puede sustituir por un sacrificio, oración, limosna, etc.
Aburguesamiento: En la vida cristiana el aburguesamiento consiste en querer hacer compatible la entrega a Dios con un afán desordenado de bienestar material, que desemboca en la tibieza. Sus síntomas suelen ser: búsqueda de compensaciones, falta de vibración apostólica; dejadez para la vida de piedad; descuido de la sobriedad; búsqueda habitual de la comodidad en detrimento del espíritu de sacrificio; manías, que afloran cuando se dejan de cultivar las virtudes; etc.
Agnosticismo: Teoría y actitud de aquellos que afirman que la razón humana no puede llegar a conocer nada a acerca de Dios, su existencia y sus atributos.
Alma sacerdotal: Todos los cristianos, por el Bautismo, tenemos una participación en el sacerdocio de Cristo (distinta esencialmente de la que se recibe con el sacramento del Orden). Lleva a ser alma de oración, de sacrificio, de entrega generosa a los demás. Alienta el afán de dar doctrina y de dirigir almas, afán de corredención, de expiación por todos. Se manifiesta en alabar constantemente a Dios, en darle gracias, en ofrecerle el trabajo, los sacrificios y las pequeñas mortificaciones de la jornada con espíritu de reparación, en pedir su ayuda con celo por la salvación de todas las almas.
Ángeles: Son espíritus puros, esto es, sin cuerpo, que tienen entendimiento y voluntad. Los ángeles son seres personales y bienaventurados, que gozan de Dios en el Cielo. Los ángeles que al pecar fueron infieles a Dios son los demonios.
Apologética: Parte de la teología que se ocupa de dar a conocer y defender la vida y doctrina cristianas.
Apostolado: El apostolado es anunciar a Cristo con la palabra y con el testimonio de vida, ya a los no creyentes para llevarlos a la fe, ya a los fieles para instruirlos, confirmarlos y estimularlos a una vida más fervorosa. El apostolado —el anuncio del Evangelio— es acercar Cristo a los hombres y acercar a los hombres a Cristo: llevar a los demás hacia Dios.
Arrepentimiento: Es el dolor o pesar de haber cometido algún pecado o falta.
Atrición: La atrición (o contrición imperfecta) es un don de Dios, un impulso del Espíritu Santo. Nace de la consideración de la fealdad del pecado o del temor de la condenación eterna y de las demás penas con que es amenazado el pecador. Tal conmoción de la conciencia puede ser el comienzo de una evolución interior que culmina, bajo la acción de la gracia, en la absolución sacramental. Sin embargo, por sí misma la atrición no alcanza el perdón de los pecados mortales, pero dispone a obtenerlo en el sacramento de la Penitencia.
Avaricia: Es uno de los siete pecados capitales. Consiste en el deseo desordenado de los bienes materiales.
Basílica: Proviene del griego “(stoa) basilike” que significa “portal real”. Se da el nombre de basílicas a ciertas iglesias que reúnan algunas características concretas y que, además, la Iglesia les haya dado tal título. Hay dos tipos de basílicas: mayores (es el título dado a las cuatro iglesias principales de Roma: San Juan de Letrán, San Pedro del Vaticano, San Pablo Extramuros y Santa María la Mayor, así como la iglesia del convento de San Francisco de Asís; se les llama también “Archibasílicas”) y menores (es un título honorífico otorgado a numerosas iglesias del mundo entero).
Calumnia: Se hace culpable de calumnia el que, mediante palabras contrarias a la verdad, daña la reputación de otros y da ocasión a juicios falsos respecto a ellos. La maledicencia y la calumnia destruyen la “reputación” y el “honor del prójimo”, y lesionan las virtudes de la justicia y de la caridad.
Capilla: Proviene del latín “cappella” que significa “capa pequeña”. Se llama así porque el primer lugar de estas características estaba destinado a la conservación de los restos de la capa de San Martín. Hoy se llama “capilla” a una iglesia pequeña dedicada a la oración y al culto.
Caridad: La caridad es una virtud sobrenatural infundida por Dios en nuestra alma, con la que amamos a Dios por Sí mismo sobre todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos por amor de Dios.
Carisma: Don divino concedido gratuitamente a los hombres, en especial a los apóstoles, para la difusión del reino de Dios.
Castidad: La castidad pertenece al orden de la templanza y es virtud que modera la delectación sexual según el dictamen de la recta razón. Es una disposición del alma que se manifiesta por una voluntad inquebrantable de abstenerse de todos los placeres ilícitos de los sentidos y de la carne, es decir, de todos los pensamientos, delectaciones, deseos y acciones prohibidas por el sexto y noveno mandamientos de la Ley de Dios.
Catedral: Proviene del griego “Kathedra” y del latín “cathedra” y significa “silla”, “asiento”. Es la Iglesia principal de la diócesis, donde se encuentra la sede del obispo del lugar. La “cátedra” , la silla del obispo, se encuentra en el recinto de la catedral detrás o al lado del altar.
Cenobio: Proviene del griego “koinos” (que significa “común”) y “bios” (que significa “vida”). Los cenobios con monasterios. Cuando los eremitas (monjes que vivían en la más estricta soledad en el desierto) empezaron a reunirse para vivir juntos, aparecen los llamados cenobios.
Cientifismo: Tendencia a dar excesivo valor a las nociones científicas (o pretendidamente científicas). No admite como válidas otras formas de conocimiento que no sean las ciencias positivas, relegando el conocimiento teológico, el saber ético y estético, etc.
Colegiata: Proviene del latín “collegere”, que significa “recoger, reunir”. Una colegiata es un templo confiado a un grupo (colegio) de canónigos que forman un capítulo distinto del de la catedral.
Comunión de los santos: La Iglesia es “comunión de los santos”, y eso designa primariamente la comunión en las “cosas santas” y, ante todo, la Eucaristía. Esta expresión designa también la comunión entre las “personas santas” en Cristo, que ha muerto por todos, de modo que lo que cada uno hace o sufre en Cristo y por Cristo da fruto para todos. Creemos en la comunión de todos los fieles cristianos, es decir; de los que peregrinan en la tierra, de los que se purifican después de muertos y de los que gozan de la bienaventuranza celeste, y que todos se unen en una sola Iglesia; y creemos igualmente que en esa comunión está a nuestra disposición el amor misericordioso de Dios y de sus santos, que siempre ofrecen oídos atentos a nuestras oraciones.
Conciencia moral: Es el núcleo más secreto del hombre, en el que está solo con Dios, cuya voz resuena en lo más íntimo de ella. Es el juicio de la razón por el que la persona humana reconoce la calidad moral de sus actos concretos.
Concupiscencia: La inclinación al pecado que todo hombre tiene como consecuencia temporal del pecado es lo que la Tradición llama concupiscencia. O bien, concupiscencia es toda inclinación desordenada del apetito sensitivo que busca un bien sensible y deleitable. De suyo no es pecado, pero sí origen de pecados.
Contemplativos: El fin último del hombre es ver a Dios, viéndole directamente, sin mediación de nada creado, para amarle y gozarle eternamente. Todos estamos llamados a esta contemplación amorosa de Dios, que “será perfecta en la vida futura, cuando veamos a Dios ‘cara a cara y con esta visión nos haga perfectamente felices. Pero ahora, aunque de modo imperfecto —‘a través de espejo y en enigma’—, nos corresponde contemplar a la verdad divina, por lo que se nos da como un adelanto de la bienaventuranza, que se inicia aquí y alcanzará su perfección en la vida futura” (Santo Tomás de Aquino). Dios no niega esta gracia, que supone una preparación para la visión del Cielo, a quienes se esfuerzan por alcanzarla. Hay un doble aspecto de la contemplación: ver a Dios en todas las cosas y sucesos; ver todas las cosas y sucesos con los ojos de Dios. La contemplación es un continuo diálogo de amor con Dios.
Contrición: Es un dolor del alma y una detestación del pecado cometido con la resolución de no volver a pecar. Cuando brota del amor de Dios amado sobre todas las cosas, la contrición se llama contrición perfecta”. Semejante contrición perdona las faltas veniales; obtiene también el perdón de los pecados mortales si comprende la firme resolución de recurrir tan pronto como sea posible a la confesión sacramental.
Convento: Proviene del latín “conventus”, que significa “reunión”. Un convento es la casa donde vive una comunidad religiosa y que no son monjes ni monjas. Al convento se le llama también “claustro”.
Conversión: Un doble aspecto se puede considerar en la conversión: renuncia al pecado y vuelta a Dios. El primero, si bien más negativo, no es por eso menos necesario. Esta renuncia supone detestar el pecado pasado. No basta proponerse cambiar de vida, sino que requiere dolerse de la falta cometida. Convertirse es en primer lugar alejarse positivamente del pecado, de su servidumbre, romper con las ligaduras del pecado que son iniquidad, injusticia, oposición a la Ley de Dios. Pero lo principal de la conversión es el movimiento de vuelta a Dios, el reconocimiento de que el pecado es ante todo ofensa a Dios, alejamiento de Él. La conversión exige volver a ordenar la vida hacia Dios, de forma que nada en la existencia del hombre quede desvinculado de su Creador.
Cripta: Proviene del latín “crypta”, derivada del griego “krypte”, que significa “gruta”. En la antigüedad se utilizaba para acceder a la tumba de algún santo que estaba enterrado bajo el suelo del altar. Es una capilla normalmente subterránea.
Culpa: Falta más o menos grave, cometida a sabiendas y voluntariamente. Responsabilidad, de algún modo infinita, que contraemos ante Dios, al pecar, contradiciendo su Ley.
Culto divino: Se puede definir el culto religioso como el conjunto de actos por los cuales el hombre, tanto individual como colectivamente, intenta expresar las relaciones que debe tener para con Dios. O bien: “Culto divino es el homenaje o suma veneración, que el hombre, como ser inteligente, rinde a Dios”. El culto procede de un disposición permanente, llamada virtud de la religión, pero propiamente consiste en los actos que manifiestan tal disposición, de modo que es esencial al culto la manifestación exterior de los sentimientos de veneración, amor, respeto, desagravio, etc., que el hombre alimenta en relación con la Divinidad. El fin principal del culto es dar gloria a Dios por medio del reconocimiento de su grandeza y de la sumisión del hombre. Las principales manifestaciones exteriores del culto son la oración, los gestos y actitudes de adoración, las ofrendas y el sacrificio.
Derechos humanos: Son los derechos que tiene el hombre por su condición humana, y no por concesión del Estado. Son de derecho natural. El Estado se ha de limitar a reconocerlos y defenderlos. Al derecho del hombre a la existencia, corresponde el deber de conservarla; al derecho de buscar libremente la verdad, el deber de buscarla y abrazarla; etc.
Desagravio: Es la reparación de la ofensa cometida, dando al ofendido satisfacción cumplida.
Devoción: Es la prontitud y generosidad del alma ante todo lo referente al servicio de Dios.
Dirección espiritual: Es un aspecto de la formación que mira al perfeccionamiento ético y religioso de la persona mediante una labor de orientación y acompañamiento. Tiene como fin procurar que una persona se empeñe en vivir el Evangelio, buscando la plenitud de la vida cristiana, cada uno según la vocación que haya recibido. El Beato Josemaría insistía en que la labor de dirección espiritual era una tarea encaminada a situar a cada uno frente a las exigencias completas de su vida, ayudándole a descubrir lo que Dios, en concreto, le pide (Es Cristo que pasa, n. 99).
Dogma: Verdad revelada por Dios y propuesta por el Magisterio de la Iglesia, que obliga al pueblo cristiano a una adhesión de fe.
Ecumenismo: Actividades y obras encaminadas a favorecer la unidad de los cristianos, de acuerdo con las diversas necesidades de la Iglesia y las posibilidades de los tiempos.
Egoísmo: Inmoderado y excesivo amor a sí mismo, que hace atender desmedidamente al propio Interés, sin cuidarse del de los demás.
Envidia: Es un pecado capital. Es el disgusto o tristeza ante el bien del prójimo, y el deseo desordenado de poseerlo, aunque sea en forma indebida.
Ermita: Proviene del latín “eremus” que significa “desierto”. Una ermita es un santuario o capilla situada normalmente en un despoblado y con frecuencia lugar de peregrinación o romerías.
Escándalo: Es la actitud o el comportamiento que induce a otro a hacer el mal. El que escandaliza se convierte en tentador de su prójimo. Atenta contra la virtud y el derecho; puede ocasionar a su hermano la muerte espiritual. El escándalo constituye una falta grave, si por acción u omisión, arrastra deliberadamente a otro a una falta grave.
Escrúpulo: Temor habitual, infundado y aparentemente insuperable de ofender a Dios. El escrúpulo se caracteriza por un sentimiento desmedido de culpabilidad.
Esperanza: Virtud sobrenatural, infundida por Dios en nuestra alma, con la cual deseamos y esperamos la vida eterna que Dios ha prometido a los que le sirven y los medios necesarios para alcanzarla.
Espiritismo: Es la interpretación de algunos fenómenos metapsíquicos, que se tienen como producidos por almas de fallecidos. Es también la doctrina y la práctica acerca de la evocación de esas almas, para conocer por medio de ellas cosas ocultas.
Evolucionismo: Teoría que afirma e intenta explicar una evolución biológica, por la que de unas especies habrían surgido otras. Más en general, sostiene que la actual realidad múltiple de las cosas de este mundo es el resultado de un larguísimo proceso de diversificación, a partir de un estado primitivo mucho más simple e indiferenciado.
Existencialismo: Teoría filosófica que pone la libertad por encima de las normas universales: considera que “es bueno todo lo que yo decido por mí mismo, sin condicionamientos exteriores”. En estas ideas se fundamenta el “no me apetece”, “yo hago lo que quiero”, la rebeldía ante toda autoridad, etc.
Expiación: Purificación de las culpas por medio de algún sacrificio ofrecido a Dios, ya sea como purificación de las propias faltas, o en reparación por las que cometen los demás. Se trata de ofrecer, por amor, algo costoso con el deseo de identificarse con Cristo y seguirle en su afán de redimir nuestros pecados en la Cruz, donde se ofreció a Sí mismo en sacrificio al Padre.
Falso testimonio: Una afirmación contraria a la verdad que se hace públicamente ante un tribunal. Cuando es pronunciada bajo juramento se llama perjurio.
Fe: Virtud sobrenatural que Ilustra la inteligencia y auxilia a la voluntad del hombre, haciéndole capaz de asentir firmemente a todo lo que Dios ha revelado, no por la evidencia de esas verdades sino por la autoridad de Dios que revela.
Filiación divina: Todos los hombres son hijos de Dios. Al querernos como hijos, Dios ha hecho que vivamos en su casa, en medio de este mundo, que seamos de su familia, que lo suyo sea nuestro y lo nuestro suyo, que tengamos esa familiaridad y confianza con Él. La filiación divina es una verdad gozosa, un misterio consolador, que nos enseña a tratar, a conocer, a amar a Dios con la sencillez confiada de los hijos pequeños.
Flexibilidad: Adapta su comportamiento con agilidad a las circunstancias de cada persona o situación, sin abandonar por ello los principios y criterios de actuación personal.
Fortaleza: Virtud cardinal que da firmeza de ánimo en el ejercicio del bien, sin dejarse conmover por graves peligros o males, ni siquiera por la inminencia de la muerte. La fortaleza modera el temor que paraliza los esfuerzos para el bien y da audacia al afrontar las dificultades y peligros.
Generosidad: Actúa en favor de otras personas desinteresadamente, y con alegría, teniendo en cuenta la utilidad y la necesidad de la aportación para esas personas, aunque le cueste un esfuerzo.
Gracia: Beneficio recibido sin merecerlo. Don gratuito. La gracia santificante es un don sobrenatural que, gratuitamente, de balde, infunde Dios en el alma de modo permanente, como fruto de la Redención de Cristo. Se adquiere y crece por la recepción de los sacramentos y las buenas obras, y se pierde por el pecado mortal.
Gula: Es pecado capital, consistente en un apetito desordenado de comer y beber. También se puede decir que es el exceso en la comida y en la bebida, por el mero gusto de comer y beber.
Hedonismo: Doctrina moral errónea que identifica el bien con el placer, y el mal con el dolor. Por eso, asume como principio único de moral la búsqueda de la mayor intensidad de placer posible. Ofrece diversas corrientes: expansión espontánea del sexo; abuso de bebidas y drogas; máximo bienestar y comodidad; etc. Reduce al hombre a mero instinto.
Hipocresía: Fingimiento de cualidades o sentimientos contrarios a los que verdaderamente se tienen o experimentan.
Humildad: Virtud que consiste en el conocimiento de nuestras limitaciones y debilidades, y en obrar de acuerdo con este conocimiento. La humildad nos dispone a actuar sobre la base de una verdadera valoración de nosotros mismos, sin engaños, a la luz de Dios. La humildad se alimenta de la conciencia de nuestra dependencia de Dios.
Idolatría: Tributar a una criatura el culto que sólo es debido a Dios.
Indiferentismo religioso: Actitud teórica o práctica de quienes sostienen que todas las religiones son iguales, o viven completamente al margen de Dios.
Indulgencias: Remisión ante Dios de la pena temporal por los pecados, ya perdonados, en cuanto a la culpa, que un fiel bien dispuesto y cumpliendo determinadas condiciones consigue por mediación de la Iglesia, la cual, como administradora de los frutos de la Redención, distribuye y aplica con autoridad el tesoro de las satisfacciones de Cristo, de la Santísima Virgen y de los santos.
Industrias humanas: “A la hora de trabajar, emplead industrias humanas, medios que os sirvan de despertadores de la presencia de Dios” (Beato Josemaría). Son “trucos” que nos recuerdan que estamos siempre delante de Dios, que nos facilitan el pensar en Dios, o el ofrecerle algo, o el rezar alguna jaculatoria.
Infancia espiritual: Es la actitud interior que corresponde a la enseñanza evangélica: “si no os hacéis como niños… ” (Mt 18, 3). Lleva consigo el seguir un camino de infancia, es decir, desarrollar las actitudes evangélicas de humildad, de abandono, de confianza en Dios, de dependencia, de docilidad para acoger su palabra.
Jaculatorias: Oraciones breves y piadosas.
Jerarquía: En sentido general, jerarquía es el reparto de poderes con subordinación de grados para un fin determinado. La jerarquía de la Iglesia son los fieles cristianos que han recibido el poder —que Cristo ha conferido a su Iglesia— de santificar, enseñar y regir a los demás fieles. La forman el Papa y el colegio episcopal en comunión con él. En sentido estricto y más restringido, el episcopado de un país o de una región.
Juicio temerario: Se hace culpable de juicio temerario el que, incluso tácitamente, admite como verdadero, sin tener para ellos fundamento suficiente, un defecto moral en el prójimo.
Justicia: Virtud cardinal que inclina a la voluntad de modo estable a dar a cada uno lo suyo (lo que le corresponde como derecho propio).
Justificación: Acción por la que Dios aplica su amor al hombre pecador por la gracia santificante. Es el paso, bajo la acción de la gracia divina, del estado de injusticia o aversión a Dios al estado de justicia (santidad).
Laicismo: Teoría que defiende la independencia del hombre, la sociedad y el Estado de toda influencia religiosa o eclesiástica. Estima erróneamente que la moral es ajena a la religión y a las exigencias de la naturaleza humana. El bien moral sería fruto de las decisiones del hombre que sean absolutamente libres, autosuficientes y emancipadas de todo credo religioso. Supone un claro subjetivismo moral, que puede llevar al totalitarismo político en el plano social, y al nihilismo en el orden personal.
Latría: Culto debido exclusivamente a Dios.
Laxismo: Sistema o teoría que defiende la moral relajada.
Lealtad: Cumplimiento de lo que exigen las leyes de la fidelidad, las del honor y la hombría de bien.
Legalismo: Deformación religiosa y moral que tiende a reducir la religión y la moral a la mera observancia externa de los preceptos. Se limita a la literalidad de la ley, como aparece, por ejemplo, en los fariseos del evangelio.
Ley: La ley es una regla de conducta proclamada por la autoridad competente para el bien común.
Ley civil: Es la ley que promulga la legítima autoridad pública, para promover el bien común. La legislación humana sólo posee carácter de ley cuando se conforma a la justa razón; lo cual significa que su obligatoriedad procede de la ley eterna. En la medida en que ella se apartase de la razón, sería preciso declararla injusta, pues no verificaría la noción de ley; sería más bien una forma de violencia.
Ley divino-positiva: Es la ley dictada por Dios en la Revelación: los Diez Mandamientos en el Antiguo Testamento y la Ley de Cristo en el Nuevo Testamento.
Ley eclesiástica: Es la dictada por la legítima autoridad de la Iglesia, en orden a la santificación y el apostolado de los fieles.
Ley eterna: Fuente en Dios de todas las leyes. Es norma suprema, objetiva y universal de la vida humana. Por ella Dios ordena, dirige y gobierna el mundo y los caminos de la comunidad humana, según el designio de su sabiduría y su amor.
Ley moral: Se puede definir, en el sentido bíblico, como una instrucción paternal, una pedagogía de Dios. Prescribe al hombre los caminos, las reglas de conducta que llevan a la bienaventuranza prometida; proscribe los caminos del mal que apartan de Dios y de su amor. Es a la vez firme en sus preceptos y amable en sus promesas. La ley moral tiene en Cristo su plenitud y su unidad.
Ley natural: Es la participación de la ley eterna en la criatura racional. El hombre es el único entre todos los seres animados que puede gloriarse de haber sido digno de recibir de Dios una ley. Es capaz de comprender y de discernir, regular su conducta disponiendo de su libertad y de su razón. Dios le ha conferido el dominio de sus actos y la capacidad de gobernarse con miras a la verdad y al bien. La ley natural expresa el sentido moral original que permite al hombre discernir mediante la razón lo que son el bien y el mal, la verdad y la mentira. La ley natural está inscrita y grabada en el alma de todos y cada uno de los hombres porque es la razón humana que ordena hacer el bien y prohíbe pecar.
Libertad: Dios ha creado al hombre racional, dándole la dignidad de una persona dotada de iniciativa y del dominio de sus actos, de modo que busque al Creador sin coacciones, y uniéndose a Dios llegue a la plena y feliz perfección. También se entiende por libertad la capacidad que Dios otorgó al hombre de querer o no querer una cosa, de ejecutarla o no ejecutarla, de elegirla con preferencia a otra. La libertad es en el hombre una fuerza de crecimiento y de maduración en la verdad y en la bondad. La libertad alcanza su perfección cuando está ordenada a Dios, nuestra bienaventuranza.
Libertad religiosa: Derecho de la persona humana a buscar la verdad religiosa, sin impedimentos, libre de coacciones tanto por parte de los Individuos como de cualquier potestad humana. El derecho a la libertad religiosa no es un supuesto derecho al error, sino un derecho natural de la persona humana a la libertad civil, es decir, a la inmunidad de coacción exterior, en los justos límites, en materia religiosa por parte del poder político. Este derecho natural debe ser reconocido en el ordenamiento jurídico de la sociedad de manera que constituya un derecho civil.
Libertad de enseñanza: Derecho de toda persona a recibir una educación apropiada, para el pleno desarrollo de su personalidad humana. Los padres tienen pleno derecho a elegir el tipo de educación que habrá de darse a sus hijos, y, especialmente, a elegir la educación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones. También se entiende como el derecho a promover centros educativos en los que se impartan enseñanzas en las que sean competentes.
Liturgia: Designa en general el culto divino y el anuncio del Evangelio. Se considera la liturgia como el ejercicio de la función sacerdotal de Jesucristo en la que, mediante signos sensibles, se significa y se realiza, según el modo propio de cada uno, la santificación del hombre. Por ello, toda celebración litúrgica, como obra de Cristo sacerdote y de su Cuerpo, que es la Iglesia, es acción sagrada por excelencia, cuya eficacia no la iguala ninguna otra acción de la Iglesia.
Lucha ascética: En sentido cristiano, el ascetismo es el esfuerzo metódico, el ejercicio perseverante de la voluntad libre sostenida por la gracia, que tiene por fin rechazar las tendencias malas o peligrosas y el desarrollo de las actividades virtuosas a fin de hacer al hombre agradable a Dios. Es esa pelea contra las malas inclinaciones y todo lo que se oponga a vivir de forma virtuosa.
Magisterio de la Iglesia: Es una de las tres grandes tareas —junto con la de santificar y regir a los fieles—, confiada por Cristo a los Apóstoles y a los Obispos, su Sucesores, para que con la autoridad de Cristo y en su Nombre, guarden, defiendan y enseñen el depósito de la Revelación divina.
Magnanimidad: Es una virtud que inclina a acometer obras grandes, espléndidas y dignas de honor en todo género de virtudes. Es incompatible con la mediocridad.
Maledicencia: Se hace culpable de maledicencia el que, sin razón objetivamente válida, manifiesta los defectos y las faltas de otros a personas que los ignoran. La maledicencia y la calumnia destruyen la “reputación” y el “honor del prójimo”, y por eso lesionan las virtudes de la justicia y de la caridad.
Mansedumbre: Es una virtud especial que tiene por objeto moderar la ira.
Materialismo: Planteamiento que reduce toda la realidad, incluido el hombre, a la materia y a la energía material. Niega la espiritualidad y la inmortalidad del alma humana, la existencia de los ángeles y la existencia de Dios.
Mentalidad laical: Se llama laico a todos los fieles cristianos a excepción de los miembros del orden sagrado y los del estado religioso sancionado por la Iglesia. El Beato Josemaría usaba la expresión “mentalidad laical” para designar el estilo secular con que han de vivir las virtudes cristianas los cristianos, laicos y sacerdotes: “…ser lo suficientemente honrados, para pechar con la propia responsabilidad personal; a ser lo suficientemente cristianos, para respetar a los hermanos en la fe, que proponen —en materias opinables— soluciones diversas a la que cada uno de nosotros sostiene; y a ser lo suficientemente católicos, para no servirse de nuestra Madre la Iglesia, mezclándola en banderías humanas”.
Mentira: Decir algo falso con intención de engañar al prójimo que tiene derecho a la verdad.
Mística: Es la parte de la teología que trata de la vida contemplativa. La mística es experiencia de Dios a través del misterio que nos revela, o los misterios (o signos) que se nos dan de Él. Por extensión y corrientemente, es toda experiencia íntima de Dios y toda doctrina relativa a esta experiencia.
Mística ojalatera: Expresión empleada por el Beato Josemaría: “Dejaos, pues, de falsos idealismos, de fantasías, de eso que suelo llamar mística ojalatera. —¡ojalá no me hubiera casado, ojalá no tuviera esta profesión, ojalá tuviera más salud, ojalá fuera joven, ojalá fuera viejo!…—, y ateneos, en cambio, sobriamente , a la realidad más material e inmediata, que es donde está el Señor”.
Modestia: Muy relacionada con el pudor. Mantiene silencio o reserva donde se adivina el riesgo de una curiosidad malsana. Inclina a guardar el debido decoro en los gestos y movimientos corporales. Inspira la forma de vestir. Rechaza los exhibicionismos o las incitaciones a hacer pública toda confidencia íntima.
Monasterio: Proviene del griego “monastérion”, que significa “celda del eremita”. Un monasterio es el lugar donde vive una comunidad de monjes o monjas. El primer monasterio fue fundado en el año 320 de nuestra era por San Pacomio. Si el monasterio está regido por un abad se llama “abadía”, y si está regido por un prior se llama “priorato”.
Moral cristiana: Es la parte de la teología que —a la luz de la fe y de la razón— estudia el conjunto de principios, leyes y reglas a las que se han de ajustar las acciones humanas para alcanzar el fin sobrenatural a que el hombre está destinado. También se puede definir como la ciencia que trata de los actos humanos y juzga de su bondad o malicia, en orden a la santificación de la persona. O aquella parte de la religión que enseña al hombre a hacer el bien y a evitar el mal. Busca el seguimiento de Cristo en el obrar humano.
Moral permisiva: Desprecio de las leyes divina y humanas sobre el bien y el mal en la conducta humana. Es la actitud de aquellos que dicen que “todo vale”.
Mortificación: Significa literalmente “dar muerte”. Sin embargo, con la mortificación cristiana lo que se pretende y alcanza es vivir, tener vida. Cuando se toma una medicina para matar un virus, se busca recuperar la salud; del mismo modo, la mortificación da muerte a los gérmenes que causan enfermedades en el alma. Consiste en abstenerse de cosas agradables o imponerse cosas desagradables, para “dar muerte” a nuestra inclinación al mal: para morir a nosotros mismos y dejar que Cristo viva en nosotros. No es, por tanto, un fin en sí misma, sino un medio, absolutamente necesario, para el desarrollo de la vida sobrenatural.
Mundo: Tiende dos significados fundamentales y contrapuestos. En primer lugar, toda la realidad visible creada por Dios, que abarca el cielo, el mar, la tierra, las plantas, los animales, y en la cima los hombres. Por cuanto procede de Dios, que lo conserva en el ser, el mundo es bueno. El otro significado, muy distinto, es el “mundo” como uno de los “tres enemigos del hombre”, junto con el demonio y la carne. En este caso significa “mundanidad”, aquello que se opone a Dios: los hombres, cegados por el pecado no reconocen en el mundo la obra del Creador y quedan apegados y desean sólo las cosas de esta tierra. En este sentido, el mundo es, por ejemplo, el mal ambiente en que viven algunas personas que se apartan por el pecado de Dios.
Murmuración: ver “Maledicencia”.
Novísimos: Son los últimos sucesos que acaecen al finalizar la vida temporal: muerte, juicio, infierno, purgatorio y cielo.
Obispo: Por institución divina, los obispos son los Sucesores de los Apóstoles como Pastores de la Iglesia, para ser maestros de la doctrina, sacerdotes del culto sagrado y ministros para el gobierno.
Orden (sacramento): El ministerio eclesiástico, instituido por Dios, está ejercido en diversos órdenes que ya desde antiguo reciben los nombres de obispos, presbíteros y diáconos. La doctrina católica reconocen que existen dos grados de participación ministerial en el sacerdocio de Cristo: el episcopado y el presbiterado. El diaconado está destinado a ayudarles y a servirles. Tanto el episcopado y el presbiterado como el diaconado son conferidos por un acto sacramental llamado ordenación, es decir, por el sacramento del Orden.
Optimismo: Confía, razonablemente, en sus propias posibilidades, y en la ayuda que le pueden prestar los demás, de tal modo que, en cualquier situación, distingue —en primer lugar— lo que es positivo en sí y las posibilidades de mejora que existen y, a continuación, las dificultades que se oponen a esa mejora, aprovechando lo que se puede y afrontando lo demás con deportividad y alegría.
Padres de la Iglesia: Autores eclesiásticos que tienen doctrina eminente, santidad de vida, antigüedad y reconocimiento explícito o tácito de la Iglesia.
Parroquia: Proviene del griego “paroikia”, que significa “vecindario”, “reunión de viviendas”. La parroquia es un territorio donde reside una determinada comunidad de fieles. “Iglesia parroquial” es donde reside el párroco. Suele tener un nombre, que es la advocación de la parroquia.
Pasiones: El término ‘pasiones’ pertenece al patrimonio del pensamiento cristiano. Los sentimientos o pasiones designan las emociones o impulsos de la sensibilidad que inclinan a obrar o a no obrar, en razón de lo que es sentido o imaginado como bueno o como malo. Son componentes naturales de la psicología humana. Las pasiones son en sí mismas indiferentes, pero se convierten en buenas o malas según estén o no ordenadas por la razón y según el objeto al que tiendan. El que somete su propio cuerpo y domina su alma, sin dejarse llevar por las pasiones es dueño de sí mismo: es libre e independiente, capaz de gobernar su propia persona.
Pecado: Palabra, acto o deseo contrarios a la ley eterna. Transgresión de la ley de Dios. Ofensa a Dios. El pecado es un acto contrario a la razón, y al amor que debemos a Dios. Lesiona la naturaleza del hombre y atenta contra la solidaridad humana. La raíz de todos los pecados está en el corazón del hombre.
Penitencia: Es una virtud sobrenatural por la que nos dolemos de los pecados pasados con intención de removerlos del alma. Lleva, pues implícito el deseo de expiarlos.
Perjurio: Falso testimonio es una afirmación contraria a la verdad que se hace públicamente ante un tribunal. Cuando es pronunciada bajo juramento se llama perjurio.
Perseverancia: Una vez tomada una decisión moralmente correcta, lleva a cabo las actividades necesarias para alcanzar lo decidido, aunque surjan dificultades internas o externas, o pese a que disminuya la motivación personal a través del tiempo transcurrido.
Piedad: Virtud que regula las relaciones de los hombres con Dios, de los hijos con los padres y de los ciudadanos con su patria. Es también uno de los siete dones del Espíritu Santo. Nos dispone a amar, respetar y realizar los deberes propios de la religión. La piedad, reflejo de la filiación divina en el cristiano, se mejora con la caridad, que hace realizar con gusto y solicitud los deberes para con Dios y los ejercicios que disponen el corazón para un amor más profundo.
Positivismo jurídico: Doctrina jurídica que no reconoce otra ley que la positiva, es decir, la que está en las leyes y códigos. Niega la ley natural. El bien moral sería aquello a lo que obligan las leyes humanas, y mal moral lo que prohiban. Supone un relativismo moral y somete la conciencia moral a las corrientes ideológicas que controlan el poder de legislar.
Postrimerías: Es lo mismo que los novísimos (muerte, juicio, infierno, purgatorio y cielo).
Prelaturas personales: Son instituciones pertenecientes a la estructura pastoral de la Iglesia. Se componen de sacerdotes y diáconos del clero secular, y de fieles laicos que por medio de un convenio se pueden incorporar a la Prelatura. Al frente de la Prelatura está el prelado, que gobierna con potestad eclesiástica de régimen o jurisdicción.
Proselitismo: La tradición cristiana utiliza desde muy antiguo este término para designar el celo apostólico por anunciar la fe e incorporar nuevos fieles a la Iglesia o a alguna de sus instituciones. En los últimos decenios ha comenzado a difundirse otra acepción de esa palabra, que suele asociarse a actuaciones en las que, para atraer hacia el propio grupo, se usa de violencia o de coerción, o de algún modo se pretende forzar la conciencia o manipular la libertad. Esos modos de actuar, como es obvio, resultan ajenos por completo al espíritu cristiano y son totalmente reprobables. Pero el proselitismo, en su sentido clásico y despojado de esas connotaciones negativas que hemos señalado, es algo totalmente legítimo: si se negara a las personas su libertad de ayudar a otras a encaminarse hacia lo que se considera la verdad, se caería en una peligrosa forma de intolerancia.
Providencia: La creación tiene su bondad y su perfección propias, pero no salió plenamente acabada de las manos del Creador. Camina hacia una perfección última, todavía por alcanzar, a la que Dios la destinó. Llamamos divina providencia a las disposiciones por las que Dios conduce la obra de su creación hacia esta perfección. La solicitud de la divina providencia es “concreta” e “inmediata”; tiene cuidado de todo, de las cosas más pequeñas hasta los grandes acontecimientos del mundo y de la historia. Hay una soberanía absoluta de Dios en el curso de los acontecimientos.
Pudor: Forma parte de la virtud de la templanza. Designa el rechazo a mostrar lo que debe permanecer velado, en relación con el cuerpo humano y, en general, con la intimidad de la persona. Ordena las miradas, los gestos y el habla en conformidad con la dignidad de la persona humana. Las formas que reviste el pudor varían de una cultura a otra; sin embargo, en todas partes constituye la intuición de una dignidad espiritual propia al hombre. Nace con el despertar de la conciencia personal. Educar en el pudor es despertar en las personas el respeto de la persona humana.
Purgatorio: Los que mueren en la gracia y en la amistad de Dios, pero imperfectamente purificados, aunque están seguros de su eterna salvación, sufren después de su muerte una purificación, a fin de obtener la santidad necesaria para entrar en la alegría del Cielo. Se puede decir que el Purgatorio es el lugar de las almas que han de satisfacer aún por la pena temporal debida por sus pecados antes de entrar en el Cielo.
Rectitud de intención: La rectitud de intención es hacer el bien por amor a Dios, evitando que se meta la vanidad o el deseo de quedar bien delante de los demás.
Reliquias: En sentido estricto, se entiende por reliquias los restos mortales de los santos (cuerpo, huesos, cenizas, etc. ); y en un sentido más amplio, los objetos que estuvieron en contacto con ellos o con el sepulcro (instrumentos de penitencia o de martirio, libros, vestidos, trozos de tela, etc.).
Respetos humanos: Miedo al que dirán, temor a ser ridiculizado por obrar bien.
Responsabilidad: Es la otra cara de la libertad. Asume las consecuencias de los actos, resultado de las decisiones que se toman o aceptan.
Restituir: Muchos pecados causan daño al prójimo. Es preciso hacer lo posible para repararlo (por ejemplo, restituir las cosas robadas, restablecer la reputación del que ha sido calumniado, etc.). En virtud de la justicia conmutativa, la “reparación de la injusticia” cometida exige la restitución del bien robado a su propietario. Los que se han apoderado de un bien ajeno, están obligados a restituirlo o a devolver lo equivalente.
Revelación: Manifestación, en hechos y en palabras, que Dios hace de sí mismo y de su voluntad de salvación de los hombres. Es el acto por el que Dios se manifiesta a los hombres y les descubre su voluntad de salvarlos.
Sacrificio: Acto religioso por el que se ofrece y dedica un bien a la divinidad para rendirle homenaje y adoración. En el culto, es la ofrenda que se hace a Dios de un don visible. También, sacrificio es la inmolación de una víctima ofrecida a Dios en reconocimiento de su soberano dominio sobre todas las cosas. La Pasión y Muerte de Cristo en la Cruz es el sacrificio perfecto, porque Él mismo es el Sacerdote y la Hostia, que se inmoló por la salvación de todos los hombres: se renueva cada vez que se celebra la Santa Misa.
Santuario: Proviene del latín “sanctuarium” de “sanctus” que significa “santo”. En un templo en el que se venera de manera especial algún misterio de Jesucristo, de la Virgen o de un santo. Se llama santuario a la iglesia que conserva imágenes sagradas o reliquias milagrosas o que han surgido en un lugar digno de veneración, bien porque ha habido un milagro, una aparición o ha tenido lugar el nacimiento de un santo.
Secularidad: Esta palabra viene de “siglo” (saecula), y significa lo que es temporal, no del cielo o de la futura vida eterna. Por eso se emplea esta palabra para designar la condición los laicos en la Iglesia, que —a diferencia de los frailes, las monjas, etc.— viven en las circunstancias ordinarias y corrientes de la vida: con un trabajo profesional, en familia, dedicados a los negocios, a trabajar en el campo, etc., como un ciudadano más. También se llama seculares los sacerdotes de las diócesis, de las Prelaturas, los capellanes de los militares, a diferencia de los monjes, frailes y religiosos.
Secularismo: Concepción del mundo según la cual éste se explica por sí mismos en clave meramente terrena, excluyendo su referencia esencial a Dios, por considerarlo erróneamente como algo superfluo, e incluso un obstáculo para la vida de los hombres.
Sigilo sacramental: Todo sacerdote que oye confesiones está obligado a guardar un secreto absoluto sobre los pecados que sus penitentes le han confesado, bajo penas muy severas. Tampoco puede hacer uso de los conocimientos que la confesión le da sobre la vida de los penitentes. Este secreto no admite excepción, porque lo que el penitente le ha manifestado queda ‘sellado’ por el sacramento.
Sinceridad: Manifiesta con claridad, si es conveniente, a la persona idónea y en el momento adecuado, lo que ha hecho o visto, lo que piensa, siente, etc. Ver “Veracidad”.
Sobriedad: En sentido amplio, es conservar la justa medida en cualquier cosa deleitable. EN sentido estricto, es la moderación en el uso de alimentos y bebidas. Distingue entre lo que es razonable y lo que es inmoderado, y utiliza razonablemente el tiempo, dinero, esfuerzos, etc., de acuerdo con criterios rectos y verdaderos.
Sociologismo: Según esta doctrina, el bien moral es lo que vive la mayor parte de la gente. Por consiguiente, sí la mayoría aprueba determinada conducta, sería buena.
Sufragio: Toda oración o buena obra ofrecida a Dios en favor de las almas del purgatorio.
Temor de Dios: Don del Espíritu Santo. Es venerarle, respetarle, adorarle con este matiz que la teología expresa por el temor filial. En hebreo la palabra equivalente representa los deberes religiosos de obediencia y respeto.
Templanza: Virtud sobrenatural que modera la inclinación a los placeres sensibles, conteniéndola dentro de los límites de la razón iluminada por la fe. Nos hace refrenar los deseos desordenados de los placeres sensibles y usamos con moderación de los bienes temporales. Uno de sus aspectos es la sobriedad.
Tentaciones: En sentido genérico, toda solicitación de la voluntad para que realice un acto contrario a la virtud. Si una persona no presta su consentimiento a las tentaciones no comete pecado, pero si las admite o las provoca, incurre en pecado grave o leve según sea su objeto.
Tibieza: Una cierta tristeza, por la que el hombre se vuelve tardo para realizar actos espirituales a causa del esfuerzo que comportan. Esa falta de prontitud en el amor sobreviene cuando el alma quiere acercarse a Dios con poco esfuerzo, rehuyendo la necesaria renuncia, e intentando hacer compatible el amor a Dios con cosas que no son gratas a Él.
Tradición: Es la transmisión de las enseñanzas de Cristo (doctrina, sacramentos, instituciones fundamentales) por la predicación oral de los Apóstoles y sus sucesores, y, en general, a través de cualquier medio que no sea la Sagrada Escritura.
Tristeza: Es una reacción de la sensibilidad —pasión— en presencia de un mal que no puede esquivar o en ausencia de un bien del que se siente privada.
Unidad de vida: Expresión empleada por el Beato Josemaría para referirse a la unidad entre los diversos aspectos de la vida cristiana: “Cumplir la voluntad de Dios en el trabajo, contemplar a Dios en el trabajo, trabajar por amor de Dios y al prójimo, convertir el trabajo en medio de apostolado, dar a lo humano valor divino: ésta es la unidad de vida, sencilla y fuerte, que hemos de tener y enseñar”.
Veracidad: Es la conformidad de la palabra con la idea del que habla, o sea, la expresión sincera de lo que uno siente en su interior. Virtud que inclina a decir siempre la verdad y a manifestarnos tal como somos interiormente.
Virtud: Disposición estable para obrar bien, según lo que constituye al hombre.
Visión beatífica: Es la contemplación cara a cara de Dios en el Cielo, que hace al hombre eternamente feliz.
Visión sobrenatural: Vivir con los ojos puestos en la eternidad a la que nos encaminamos, sin dejarnos deslumbrar por los espejuelos de los temporal. Procura ver con los ojos de Cristo todas las situaciones.
Veracidad: Es la virtud que consiste en mostrarse veraz en los propios actos y en decir verdad en sus palabras, evitando la duplicidad, la simulación y la hipocresía. La verdad como rectitud de la acción y de la palabra humana, tiene por nombre veracidad, sinceridad o franqueza.
Vocación: Llamamiento de Dios. Invitación dirigida al hombre a seguir a Jesús y oír el Evangelio. La vocación a la santidad es universal. Pero también hay llamamientos o vocaciones particulares que Dios dirige a algunos hombres para que vivan una entrega más específica.